miércoles, 31 de agosto de 2011

Lo que no mata engorda

A pesar del hermetismo, las implacables órdenes dadas para castigar a los supuestos culpables, avivaron las oficiosas lenguas que volaron a las orejas fisgonas de la comarca y chismosearon el escándalo de la baronesa Ivana.  Primero fue encerrar en un calabozo a la cocinera Kuvshinova, posteriormente se mandó a destierro a la costurera Ratnia, y su médico de cabecera, el doctor Vasiliev, había sido despedido, cayendo en un repentino alcoholismo.
Ekaterina lo contó a ocho amigas muy íntimas que a su vez lo contaron a sus otras diez o doce íntimas: “La baronesa, a pesar de no probar bocado en todo el día, engorda, engorda, engorda, engorda y engorda.  ¡Si está por reventar!  Ya no puede ni levantarse de la cama y llora todo el día.  Acusó a Kuvsha de cocinar con excesiva y malintencionada grasa y la embotelló en el sótano; la mujer que enviaron a la Siberia era la sastra acusada de coser sus vestidos y capas con otras medidas, y el pobre doctor Vasili…  Un inútil para encontrar la causa de su hipopotamismo”.
En su alcoba, Ivana llora mientras su marido, el pobre Fyodor, enjuto y tímido, la mira con lástima sin saber qué hacer para que su mujer deje de engordar, lamentando que las poleas que mandó a colocar en el dosel de la cama a penas le sirvan para sentarse.
−¡Qué miras, marrano!  ¡Sé que te ríes a mis espaldas!
−No, pichoncito, yo no podría reírme de esto.  He mandado traer a un médico de San Petersburgo, le he alquilado una pequeña casa donde se ha instalado, y preguntaba si, si no te es molesto recibirlo ahora, está afuera.
−Que entre, y tú ni te asomes.
Fyodor salió de la alcoba e inmediatamente entró el doctor Paramhit, alto, barbado, de piel aceitunada y ojos azules.  Ivana se estremeció al verlo, y presintió un complot entre su marido y el recién llegado.
−Vas a estar bien, madrecita.
−¡Pero usted no es ruso! ¿De dónde ha salido usted?
−Lo soy, madrecita, mi madre era hindú  −dijo quitándose bufanda y guantes.
−¿Cuál es su nombre?
−Paramhit –dijo molesto el médico acercándose y abriendo un ojo de la baronesa que tembló ante aquel bizarro ímpetu.
−Mis ojos no engor…  ¿Cómo dijo que se llama?  ¡Es mi cuerpo el que…  el que se estira!
−Mi nombre, madrecita, no es importante.  Ahora debemos concentrarnos en ti.
−Que es mi cuerpo el que…  se agranda.  ¿No lo ve usted?  ¡Y usted no me tutee!
El médico caminó por la estancia con los brazos cruzados y su pulgar e índice ensortijaban distraídamente la barba, luego de un profundo silencio se volteó hacia su paciente.
−Me han informado que no comes nada hace mucho y, sin embargo…
−Me dilato.  ¿Entiende?  No engordo, sólo me desorbito.
Paramhit se acercó al pie de la cama, bajó su cabeza en señal de saludo, recogió la bufanda y guantes y salió. Los bufidos y aullidos de Ivana se escucharon hasta la cochera.
−¡Fyodor descarado!  ¡Me las pagarás, animal!
Pero el médico no se marchó del castillo, pidió que lo llevaran a la cocina y urgió a dos muchachas a picar cebollas, tomates, ajos, cortar laurel, perejil, triturar semillas de mostaza, pimienta y orégano,  raspar una pierna de cordero, desplumar dos codornices y desollar una liebre. Enterado del destino de la cocinera pidió al atónito marido de la baronesa que la llevara a la cocina.
−¡Ivana me matará!
−Muriendo está la madrecita y hay que salvarla.
Seguro de que el médico sabía lo que hacía, ordenó que llevaran a la cocinera, infortunadamente ésta desistió y escapó. Paramhit cambió de planes, entregó a Fyodor las llaves de su domicilio y le pidió que llevaran todos los frascos y bolsas de especias que encontraran en su cocina.
Por la ventana de la alcoba la tarde se despedía con un fulgurante resplandor naranja que alegró los ojos de Ivana, pero el entusiasmo fue tan pobre que un segundo después volvía al llanto y las lamentaciones.  Maldijo las poleas, la cama, el espejo tapado, sus brazos, piernas y el deformado vientre.  Ella, que en reuniones era admirada por su figura de cisne ahora hasta el blanco marfil de su piel iba transformándose en un odioso blanco, insípido y aburrido.
Cuando el abyecto Fyodor entró, su mujer roncaba, caminó lentamente con un candelabro de tres velas, lo colocó en una mesita al pie del tapado espejo nupcial y se encaminó a cerrar la ventana, el click del seguro que la mantenía abierta despertó a Ivana.
−¿Qué haces descarado, quieres asfixiarme?
−No, gorrioncito, sólo estoy cuidándote.
−¡Hay calor, entiendes!  Hace mucho calor.
−Sí, gargolita…
−¿Qué dijiste?
−¡Golondrinita! −Respondió tembloroso Fyodor y añadió− Casi es media noche y puede nevar más tar…
−¿Qué es eso? –Dijo Ivana alcanzando las argollas de la polea y levantándose.
El hombrecito corrió a colocar las almohadas en la cabecera.
−¿Qué es qué, cisnito?
−¡Ese olor!  -Fyodor dio dos pasos atrás y bajó la cabeza.  ¡Temblaba!
−¡Contesta, rapiña! ¡No te habrás atrevido a liberar a Kuvshinova! ¿Te cocina?
Fyodor sudaba y temblaba, y le abrumaba estar viendo el mismo punto de la alfombra. La puerta lo salvó al abrirse. Aún con sus gorros de cocina las muchachas entraron arrastrando mesitas con gran cantidad de azafates, fuentes y platos bajo una nube de olores deleitosos y suculentos; el aroma de las hierbas, adobos, salsas y aderezos pusieron una catarata de saliva en la boca de la baronesa que no atinaba en si tragar el borbotón de baba, repudiar más a su marido o –si hubiera podido hacerlo- saltar a bendecir a Paramhit que entraba a la habitación con una botella de vino, dos copas y un anuncio:
−A partir de este momento la madrecita comerá todo lo que se le antoje.
El voluminoso estómago de la baronesa se agitó de felicidad, pero su dueña tuvo un conato de moralidad.
−¡Pero se ha vuelto loco!
−Sí, madrecita, estoy loco; he entendido que lo que no mata engorda –Ivana dio un respingo-, y aquello que engorda es lo que al final de cuentas mata.  Hasta ahora –añadió haciendo señas a las muchachas para que acercaran las mesitas a la cama de la baronesa y destaparan los manjares− te has negado a comer, creyendo que tu mal es un asunto de dietas, ¡y has engordado más y más y…!
−¡Tapen eso que me van a matar! 
−Ahora haremos lo contrario, comerás y comerás y cuando vuelvas a ser aquel cisne admirado en la Corte, haremos un equilibrio entre comida y abstinencia.
No había terminado de hablar Paramhit cuando Ivana liquidaba una pierna de codorniz y eructaba; siguió con un trozo de cordero y llevó a su boca una rodaja de remolacha untada en aceite de oliva para luego dar cuenta de la pechuga de liebre.  Su marido seguía temblando, sudando y hartándose de ese punto de la alfombra. ¡Ivana estaba feliz! Comía, ronroneaba, eructaba, sus gruesos dedos ignoraron cubiertos y se volvieron expertos en volar sobre las carnes, ensaladas y salsas. Cuando hubo casi arrasado con la mitad de la vianda, dio un gran suspiro y aceptó la copa de vino que frente a ella sostenía Paramhit; lo bebió piadosamente y con un “gracias” devolvió la copa al médico y volvió a la bienaventurada prescripción. Así pasó la noche, comiendo y bebiendo, eructando y ronroneando. Las muchachas, en algún momento se habían arrodillado rodeando la cama y al amanecer estaban dormidas, el médico las despertó y despidió, e Ivana volvió a eructar. Fyodor le contestó con un ¡salud!
−¿Pero estabas aquí?
−Sí, palomita, aquí he estado –entonces levantó su rostro, abrió los ojos exageradamente y quedó sin habla.
−¿Qué te pasa?  ¡Son órdenes del médico!
−Es que…
Paramhit fue hasta el espejo nupcial, retiró la sábana que lo cubría y lo arrastró hasta Ivana, quien se negaba a verse en él.
−Madrecita, estás bajando de peso.
−Mírate, pajarito…
Ivana puso sus ojos primero en las manos que desde hacía rato sentía livianas pero no se había percatado que la delgadez poco a poco llegaba a los dedos, luego se vio al espejo.  Aquellos amargos cachetes habían desaparecido, ya se anunciaba su delgado cuello y las ojeras, quizá nunca estuvieron allí.
A partir de entonces Paramhit se trasladó al castillo y atendía la salud de la baronesa con notable dedicación, pero lo que más disfrutaba realmente era estar en la cocina donde había colocado la foto de su madre y una leyenda: “Lo que no mata engorda”.

44 comentarios:

  1. un cuento curioso, la salud reside en el bienestar del alma.

    Un abrazo
    PD. Tomo este mes mis vacaciones.

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  2. los pucheros de kasioles1 de septiembre de 2011, 2:08

    Tus relatos, maestro de la palabra, me hacen reflexionar.
    Cada entrada es una sorpresa más.
    Fácil me parecía en un embarazo pensar.
    Mas...¿cómo no comiendo se puede engordar?
    Las hay, que siendo flacas, se ven gordas de más.
    Tendría acaso ¿una distorsión de la realidad?
    Si no comiendo...tiende a engordar..
    Comiendo....tenderá a adelgazar.
    Me voy con mis pucheros, ese es mi sitio.
    Saludos cariñosos.
    Kasioles

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  3. Te faltó el otro final de la frase;

    Lo que no mata te hace más fuerte, je,je,je
    Brillantísimo y geniales los retratos de los personajes.
    Magnífico como siempre, maestro.

    Un fuerte abrazo.

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  4. Julio tranquilita leí de arriba abajo el relato tan apasionante de estta gorda Baronesa IVANA que aun no se si al final adelgazo ...se puso mal y enfermo de tantas especies que le metieron al rici hasado o cojio unas diarreas...perdona... que la dejaron para la rastre...la verdad pasé un buen rato con tus maravillosos escritos para mi que soy torpe en investigar lo paso bien
    un abrazo
    Marina

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  5. Por un momento me ha recordado a aquella de "Como agua para chocolate" que engordaba sin parar.

    Ya le vale al marido decirle "gargolita".

    Voy a ponerme a hacer ese régimen que tengo unos kilitos que perder.

    Besos

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  6. ¡Menuda imaginación! Un relato fantástico. Jamás hubiera imaginado que un dicho diera para tanto!!!

    Enhorabuena!!!

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  7. No sé, no sé, Julio, si 'lo que no mata engorda', o si lo que engorda al final nos hace reventar...
    Por si acaso, cuidadín con los excesos.
    Majo, majo, relato. ¡Cómo disfruto en su lectura!
    Abrazos

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  8. Myriam: Gran verdad has dicho, amiga mía. Que tus vacaciones estén colmadas de dicha, paisajes y mucha felicidad. Te estaremos esperando. No lo olvides. Un abrazo.

    los pucheros de kasioles: ¡Hasta aquí llega el aroma de tus pucheros! El relato, mi querida amiga, no pretende establecer moralejas ni modas ni prescripciones nutricionistas; es un juego "a lo contrario", engorda quien no come, y baja de peso quien come; quien se maquilla se afea -por decir algo- y embellece quien no. En fin, llamémoslo: literatura de la recreación. Nada más. Aunque no nos vienen mal tus aportes. Un gran abrazo.

    clochard: En algunas piezas literarias, destaca la sorpresa, en otras el tratamiento a temas especiales, y en, historias como éstas, los personajes que me han parecido muy, pero muy especiales. Ivana, Fyodor, Paramhit, etcétera; realmente son bien característicos. Un abrazo, escritor amigo.

    Marina-Emer: Para buena fortuna de la protagonista y la voluntad del relato, ¡sí bajó de peso en la medida en que comía! ¿contradicción? Sí, la más absoluta contradicción y ello se propone el relato, establecer los contrarios rompiendo la logicidad tan acendrada en la mente. Mil gracias por tu lectura. Un gran abrazo.

    María: Aprecio, y en mucho, tu lectura, tu presencia y tus aportes ¿realmente te pondrás a régimen? Recuerda que Ivana bajó su estrepitoso peso "comiendo", claro ella está dentro de un relato y tú en la vida real. Un gran abrazo.

    Joana: Todo, poeta amiga, todo, es un disparador creativo, todo una consigna y un pretexto para crear. Tú lo sabes bien. Un abrazo y mil gracias por estar.

    PiliMªPILAR: Cuando mis poetas amigas, se "enganchan" con los relatos me siento aliviado y por pasar la dura prueba de sus apreciaciones. No defraudarles es la consigna mayor en Hablapalabra. Mil gracias por estar. Un abrazo.

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  9. JULIO....Te sigo leyendo, sigo todavìa con mucha pena por no poder publicar, no me solucionan el inconveniente.
    Leì en una nota que en Argentina han bloqueados muchìsimos blog....hablè solamente al Amor no de polìtica....por eso màs mi dolor...
    Por otro lado me alegra no haberte perdido y poder estar al tanto de tan maravillosas publicaciones.
    Un Beso

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  10. te saludo primero ello mi ben amigo gran escritor de relatos maravillosos

    que tengas un buen mes y que sigas deleitandonos con tus palabras

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  11. como abriendo una cebolla, con cada relato voy reparando en capas cada vez más profundas, y los nombres de tus personajes siempre juegan un papel importante. diríase que encierran una vida entera de la que vemos sacar sólo la cabeza... eres un pozo sin fondo, maestro.

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  12. Un escrito tan real, con toda la razon, me gusto mucho. tus Historias me hacen pensar.


    besitos

    ★¸.•*`'•.¸☆★¸.•*`'•.¸☆★¸.•*`'•­.¸☆★¸.•*`'•.¸☆★¸.•*`'•.¸☆

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  13. Julio:
    Buenísimo y con un punto satírico excepcional. Me ha encantado lo de gargolita, sencillamente genial. Llamarle a alguien gargolita me parece de un refinamiento absoluto. La verdad es que me he reído mucho. Sí, todo esto tiene una base científica. Cuando no se come la tasa metabólica disminuye. Al final el metabolismo basal es muy pequeño, por tanto se queman muy pocas grasas. Cuando se vuelve a comer el metabolismo basal sube, el gasto calórico es cada vez mayor. Se empiezan a quemar grasas. Por eso las personas que comen bien y hacen ejercicio suelen ser más delgadas que las que comen poco y no se mueven. Es una cuestión de metabolismo.

    En el cuento algo que el autor no dice y que tenemos que imaginar pasa. Algo oculto, al menos eso creo yo. Quizás tener a un marido que le llamaba gargolita, no sé...

    Lo cierto es que el cuento es divino.

    Me ha encantado
    Felicitaciones
    Un beso
    Ana

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  14. Hola Julio!! Me encantó. Tus relatos tienen la virtud de atrapar, llegar rápídamente al final para saber con que ingeniosa idea nos sorprendes. Esta forma de relatar es una de las que más me gusta.
    Besossssssss

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  15. Cuanto talento literario hay que tener para narrar así, con la sensillez de lo inolvidable; más allá del hiper-sólido poder narrativo que Julio muestra SIEMPRE-SIEMPRE, esta narración me dejó pensando algunas cosas,

    1) Ivana tenía una obsesión por mantener o recuperar su figura esbelta; y sin comer engordaba más y más (interesante profecía autocumplida.
    2) La solución del homeopata es muy ilustrativa; "si dos más dos es igual a 5, quizás uno más dos resulte cuatro".

    Para un obseso, como yo, esta idea es como un trozo de sol,

    Gracias amigo!

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  16. Julio, muchas gracias por entregarnos este relato tan culto y tan reflexivo.
    Me ha gustado mucho.
    Abrazos. Rosa.

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  17. Pajarito, golondrina, cisne...pero si esta mujer lo que estaba era rodeada de ¡cotorras! Como no se le va a desequilibrar la mente con tanta chismosa, envidiosa de su figura de cisne y con ese marido con tanta mala baba.

    Con este relato has estado sembrao Julio!

    Un beso sin calorias.

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  18. Gran relato de una hipocondríaca,si es que como se le puede decir que no a esos magníficos manjares que nos has descrito y como no,regado con un buen vino.Gran sabiduría la de éste médico,ya que si engordas sin comer,¿por qué no comer entonces lo que te dé la gana? total es lo mismo y curiosamente fue la cura de la obesidad,me parece genial este relato donde nos haces pensar,el problema siempre está en la mente.Mente sana in corpore sano mi querido amigo Julio,un abrazo.

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  19. Tus opuestos o contrarios hacen de este relato una pintoresca historia: un pantallazo hacia la vida de una comarca; los chismorreos, y la fuerte presencia de esta Baronesa a los que todos quieren conformar y no "contrariar".
    Me ha divertido, su enjuto y "temblador" marido tratando de atemperar los ánimos de su mujer nombrándola con esos desopilantes, "tiernos y animosos" apodos...
    Muy típico -en algunos rasgos psicológicos- culpar a terceros sobre algún mal propio.
    He visto por allí a este médico -¿quizás algún ancestro del autor?- ja! ¡Me encantó! Es otra mirada, disparatada pero aguda sobre algunos temas. GRANDE, Julio, un fuerte abrazo!!!!

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  20. Julio... me he reido muchisimo con los apelativos cariñosos del marido de la doña! menudo carácter... y el pobre ahi tan hacendoso... le tenia auténtico pánico...
    Me gustó muchisimo el relato... ciertamente el no comer no significa no engordar...

    Que grande eres maestro!!
    Un abrazo fuertote.

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  21. Cada vez nos sorprendes más y más con tus excelentes escritos.
    Genial, genial
    -Lo que no mata engorda- y mira hermoso y divertido cuento armaste
    Con mi admiración
    Un abrazo

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  22. Tengo problemas para dejar comentarios, Julio.
    Varias veces escribo y escribo y al final...¡nada!.
    A ver si este sale, aunque sólo séa por que sepas que te sigo.
    UN ABRAZO.

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  23. ¡¡YUPPY!! salió, ¡por fín!.
    Pués te decía, que una vez leí que la mejor dieta es comer lo que quieras cuando quieras, yo la sigo y ...¡tengo dos tallas más!.
    Un abrazo, amigo.

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  24. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  25. ¡¡ Doris Dolly !!: Sé, aunque no me consta que sí se han clausurado varios blogs en Argentina, asumía que pertenecían a Sociedades privadas, como La Nación o Clarín -por ejemplo- y que en ellos se ejercía cierta presión. Lo importante es que estás, y que nos acompañas. Un gran abrazo.

    Soy YO - MilThon: Gracias, amigo mío, por venir y "espero" quedarte. He querido visitar tu espacio pero me sale al paso una gigantesca prohibición. Como sea. Un gran abrazo y mis mejores deseos para ti también.

    kynikos: El efecto que los nombres dan al relato, querido amigo, sirve a este autor para la localización geográfica de dónde se produce la fábula, y ciertamente, son parte del decorado y substancia. Un gran abrazo, poeta.

    Lluviaenelsilenciodelanoche: Qué bueno que una historia conduzca a quien la lee a la reflexión, mil gracias por ello. Un abrazo y bienvenida ¡bienvenida, te cantamos todos!

    Ana Muela Sopeña: Celebro que el doctor Paramhit no se haya equivocado, al menos en el cuento no lo hizo; y sobre la relación Fyodor-Ivana, hay mucha tela que cortar, estoy seguro. Gracias por tu lectura, poeta, mil gracias. Un abrazo.

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  26. Hola Julio

    He eliminado el post anterior, que era exactamente igual a este, porque me he dado cuenta no aparecía quién era Mandalas, Espacio Abierto, y por María Eugenia sería difícil reconocerme.

    Es precioso este relato y me ha hecho reflexionar sobre la de veces que decimos que no a algo, a una situación, persona, actitud y hasta comida, que realmente es favorable para nosotros.

    Gracias por hacerme pensar y aprender.

    Besotes.

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  27. Gabriela Maiorano: Siento, querida amiga mía, que el discurso ayuda mucho; escribir sólo aquello que ayuda a la historia, todo lo demás, descartarlo. Por ejemplo ¿en qué ayudaría a la historia saber cómo se casaron Fyodor e Ivana? ¿Importa dónde se recibió de médico Paramhit? ¿Dónde está localizado el castillo de la Baronesa? Al contrario, haría el relato más largo y aburrido. Importa lo que escrito está. Un gran abrazo y mil gracias por tu comentario.

    Juan Ojeda: Gracias por tus conceptos, amigo mío, te lo agradezco mucho. Y sobre tus valientes dictámenes: Profecía autocumplida y apoyar las prescripciones de Paramhit, me ha parecido un gesto de invaluable apoyo a este autor. Siempre imaginé al autor de la Frutilla Paranóica como un autor delgado, alto y delgado. En fin. Un gran abrazo.

    Rosa Mª: Gracias, poeta. Por estar siempre cerca de Hablapalabra, sumergirte en estas historias y dejarnos tu apoyo y entusiasmo. Un gran abrazo.

    ion-laos: Mimada, enviadada y con un carácter ¡de pocos amigos! Así trascendía la vida de nuestra Ivana, hasta que quizá el hartazgo la hizo -sin comer- comenzar a engordar, desfigurar aquello que motivaba el mimo y la envidia. Quién sabe. Un gran abrazo, Ion-Laos.

    Bosón de Higgs: Bien dicho, apreciado amigo. Mente sana en cuerpo sano. Ivana llegó a un momento en que su mente engordó tanto que la amargó. Gracias por estar. Un abrazo.

    Diana Profilio: Me encanta tu afinado ojo crítico, artista amiga; tienes una especial gestión lectora que ¡me espanta! Por más que, a veces, quiera dejar ocultos algunos rasgos, allá puestos en la penumbra ¡viene Diana y los descubre! Si es para que este autor patalee de sorpresa y alegría -¿contradictorio? No-. Es la hermandad, el conocernos, el presentir "fuentes autorales" y mucho cariño, estoy seguro. Mil gracias por tus aportes, querida, mil gracias. Un fuerte abrazo.

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  28. jajajajajajajaja vaya apelativos que tenía el caballero con las esposa!!eres genial, yo no se de donde sacas tanta imaginación.Mil besos torerooooo!!!!!!

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  29. Gala: Que el relato haya producido una ¡siquiera UNA sonrisa! Ya se da por bien pagado el oficio escritural. Celebro cuando un montoncito de palabras puede producir un estallido de alegría, de bienestar y, si se puede, de reflexión. Cuando ello ocurre, en Hablapalabra hacemos fiesta. Gracias por la fiesta que nos has producido, amiga mía. Un abrazo.

    Rosa.E: Mil gracias, amiga mía. Te aseguro que es la misma sensación cuando llegamos a tu MAGDALENA y nos enfrentamos sonrientes a tantos buenos consejos que nos dejas. Un abrazo.

    impresiones de una tortuga: A muchos nos pasa, amiga mía, el servicio de google anda falla tras fallo, pero ahora sí, ha salido tu comentario. (¡¡YUPPY!! salió, ¡por fín!.). Me encantó tu buen humor, creí que dirías que te mantenías en tu peso ¡dos tallas más! Y con esas hermosas vacaciones en tu playa, éso fue, no tu hábito alimenticio sino las comilonas y descanso. Gracias mil por todo. Un abrazo.

    María Eugenia, Mandalas, Espacio Abierto: Exactamente, amiga mía, nuestros prejuicios tienen tanta garra que a menudo caemos en yerros vergonzosos. Mil gracias por tu paso, tu presencia, por insistir, por hacernos saber que contamos contigo. Un gran abrazo.

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  30. Precisamente hay que comer más veces, como 5 pero en pequeñas cantidades. Y el ejercicio es fundamental.

    Buen relato, como siempre, Julio.

    Un abrazo

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  31. Hola Julio...oigaa este tipo de règimen alimenticio sí me gusta...comer, comeer y comeeer y en vez de subir kilos, bajarloss !!! estupendo..jajaa..

    Besos Señor escritor.

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  32. Julio gracias por estos buenos ratos de lectura.
    Ha sido divertido ver la forma en la que solucionas el enorme problema del engorde de la baronesa.
    Besos desde el aire

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  33. Pueeess..,si lo que no mata engorda y lo que engorda mata...,creo que mejor me voy a meditar con la madrecita del doctor Paramhit..jajajaja!!

    Un relato fantástico,...y la malhumorada baronesa Ivana,ya podía estar contenta con el pobre Fyodor,que se deshace en halagarla llamándola gorrioncito...,gargolita...jejeje

    Bueno..,que puedo decirte que tu no sepas sobre tus relatos..! ¡Ah..sí..!,que me lo he pasado muy bien leyéndolo,y que como siempre nos sorprendes con personajes e historias insospechadas.¿Una "gorda" que adelgaza comiendooo..?,¡¡¡yo quiero que me des la fórmula!!!jajajajaja!!!
    Te envío un abrazo de noche "fresquita" hoy por aquí.

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  34. Un relato muy divertido el que nos dejas hoy. Me reí y pensé: ¿lo que engorda adelgaza? buuurr creo que me he hecho un pequeño lío. Seguramente lo que nos vienes a decir es que para adelgazar no se trata dejar de comer, sino hacerlo adecuadamente. Se puede comer mucho, pero si es sano, no nos engordará tanto como los alimentos ricos en grasas.
    Más vale dos platos de verduras que una hamburguesa pequeñita!

    ...Creo que lo volveré a leer, porque gustarme me ha gustado mucho, y como te dije, me ha divertido, pero... seguro que la moraleja no la entendí muy bien! y haberla, hayla. Como dicen los gallegos!

    Besos.

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  35. Ya estoy aquí…
    Y eso que dicen que las “gorditas” tienen siempre buen humor… pues esta varonesa era la excepción. Me ha dado un poco de pena verla en esa situación, pero me ha hecho mucha gracia su marido. Jamás se me hubiera ocurrido ninguno de esos adjetivos cariñosos jajaja. Si se le ocurre al “pariente” llamarme gargolita…sale por la ventana de la alcoba jajaja.
    Me ha gustado mucho el relato, los “cariños” de su marido son una pasada y la dieta me encanta… es bárbara!. Tu imaginación no conoce fronteras. Eres único.
    Al final me quedo con una sonrisa, que sumada a la que llevo desde esta mañana temprano… hace una GRAN SONRISA. Gracias por tu imaginación. Un bessito

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  36. midala: Fyodor, no cabe duda era un dulcito con su mujer, la baronesa, ella era el ogro, y quién no viendo cómo se desorbitaba ¡sin comer! ¿De dónde llega la imaginación, querida, Midala? Es la misma respuesta al: ¿De dónde llegan los sueños? Gracias por mi ¡Torerooooo!

    Jessenia: Precisamente, querida, nos has respondido el valor real de la alimentación. Yo, por supuesto, sigo esa recomendación: Como unas cinco o seis veces, en pequeñas cantidades y ¡al mes! No diariamente, que eso es lo que engorda. Abrazo agrande.

    Diazul: Gracias, amiga mía, realmente lo que dice la fábula es comer, comer, comer y comer ¡pero sano! Este modernismo nos ha puesto tanta porquería -perdonen la palabreja- en nuestros platos, cocinas y menús. Un abrazo.

    Rosa: Mi yo autoral, al ver la gordura del antiguo cisne, dijo, aquí viene de perlas aquel médico hindú: el doctor Paramhit, y he ahí que ha solucionado el drama de la baronesa. Un abrazo.

    Maribel Cano: Celebro que haya refrescado tu noche, amiga mía, y que la hayas pasado bien y que tanto fábula como personajes hayan estado a la altura de tu gusto. Gracias mil por el apoyo.
    Un abrazo.

    Mascab: Realmente es, amiga mía, "¿lo que no engorda adelgaza?", y si lo completamos: "Lo que no adelgaza engorda". Sé que suena a un juego de palabras, pero pensándolo bien, así ha de ser. Al final lo has rematado muy bien: "Más vale dos platos de verduras que una hamburguesa pequeñita". ¡Bien, de eso se trata! Un gran abrazo, amiga mía. Grande.

    MEN: Ya lo he dicho en diversas oportunidades, una vez los relatos y cuentos cumplan con su función de "recrear y poner una gotita de dicha en el corazón de mis amigos", todo ha sido cumplido con creces. Una enorme alegría el resultado de Lo que no mata engorda en tu día, apreciada MEN, mil gracias. Un abrazo.

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  37. Vamos a tener que inventar otro refrán, jeje porque vaya con la baronesa que humos guardaba, pobrecita de cisne se convirtió en elefante, y su pobre y abnegado marido, para mi es el protagonista del relato, siempre ahí dedicándole palabras cariñosas y amables, y ella tan sumamente ordinaria y desagradecida. Que le vamos a hacer, si es que "Dios da mocos a quién no tiene narices "jeje

    Besitos y sonrisas agradecidas :-D

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  38. Eres ingenioso, brillante y creativo. Tus relatos se disfrutan de principio a fin, son realmente atrapantes y logran generar un gran disfrute por parte de los lectores. Eres genial. Saludos cordiales.

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  39. Julio, cada día me sorprende tu capacidad creativa, juegas maravillosamente bien con lo ilógico y lo conviertes en posible...lo que no mata engorda...tus escritos engordan el alma de tus lectores, son una vianda fina...te felicito con un fuerte abrazo.

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  40. estoy teniendo problemas para comentar...

    Siempre te las arreglas para lograr que algo trágico...¡pobre marido!, se convierta en cosa chusa...con su buena moraleja, además.

    Me voy sonriente...

    Adelfa Martín
    http://cuentosyotrosfantasmas.blogspot.com

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  41. Simplementeyo: Ya encontraremos otro dicho, otro refrán, amiga mía, porque estos protagonistas no han hecho honor a uno de los más enfáticos refranes. Un abrazo y gracias.

    S.A.D.E.FILIAL VILLA MARIA: Gracias, amigos míos, por los conceptos vertidos, por la apreciación -muy subjetiva, por supuesto-, y por estar con nosotros. Inapreciable. Un abrazo.

    Cinarizina: Gracias, poeta, por esa analogía de estos relatos y cuentos con una apetecible vianda. En verdade, muy agradecido. Un abrazo.

    Adelfa Martín: ¡Quién no los tiene, amiga mía, es desastroso el servicio actual de Google, pero sé que están trabajando a marchas forzadas con su equipo ingenieril! Bien, que te retires sonriente y satisfecha de tu visita. Un gran abrazo.

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  42. Julio, me encanta tu humor, tratar este tema tan temido por las mujeres, no comer para no engordar, dándole esta receta maravillosa, seguro es para cambiar la mente de algunos y abrirles otro mundo. Un gusto grande conocerte y leerte.

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  43. Muy buen ejemplo de los contrarios! Excelentes estos personajes, muy bien caracterizados, me encantó esta historia.

    J&R

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  44. Podría haber dejado el sonido de mis aplausos en cualquiera de los relatos de buenísima factura que leí, pero los dejo en este último, al pie de la página, hasta donde llegué con la razón complacida y la emoción excitada. Son narrativas de un maestro. Pero no es necesario que te alabe, estimado Julio. Quien escribe bien, lo sabe. Por eso me limito a abrazarte, agradecida por los excelentes momentos de lectura.

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Ahora te toca hablapalabrar