domingo, 28 de agosto de 2011

La Hermandad

Cuando el señor Mcknamara hizo el principal anuncio de la reunión, mi marido −con su pierna− me dio un pequeño golpe en el muslo y me volteó a ver con su risita altanera mientras un sordo murmullo se levantó en la sala; sólo el señor Meir osó, en un acto temerario, hablar sin que nuestro presidente le concediera la palabra.
−¡Inconcebible, señor Mcknamara!  ¡Monstruoso!
−Las esposas pueden golpear a sus maridos cuando estos las agredan −repitió nuestro presidente, el venerable señor Mcknamara, y añadió pausadamente−.  Diente por diente.
Mi marido volvió a darme un golpecito con su rodilla y entonces le di una bofetada.  Un escandaloso silencio se levantó en el salón, y ante las pasmadas miradas me puse de pie y aplaudí a nuestro presidente…  otras me imitaron.
Nuestra asamblea es una hermandad que ha velado durante cientos de generaciones el andamio ético y moral de la comunidad y es presidida por el más anciano quien al morir da paso al próximo abuelo. 
El señor Mcknamara tomó posesión ayer, después del entierro del señor Liang.  Vale destacar que cada presidente imprime a su gestión su propio carácter y estilo, y nuestro actual presidente, quien más parece un príncipe −sabemos que se tiñe el pelo de rubio− con su elegancia y finura, imprimirá, estoy segura, una guía no sólo sabia e inteligente sino estética y de buen gusto.
Mientras el señor Mcknamara explicaba sus fundamentos de libertad, igualdad y hermandad y enfatizaba la tradición machista que a todas luces había fracasado, mi marido, más impotente que en casa, miraba al frente furioso −yo lo conozco al pobre−.
−¡La mujer ha de someterse, cerrada la boca, a los requerimientos, decisiones y autoridad del marido! −Bufó, aún de pie, el señor Meir. 
−Decapítenlo −dijo sin un gesto el señor Mcknamara.
Sonreí y miré a mi marido quien palideció en un santiamén. 
Como todo Estado, tenemos nuestra guardia.  Todos los hijos mayores de trece años pasan a formar parte de ese ejército que sólo actúa en las reuniones semanales.  Mi tonto hijo todavía está en la cárcel −después de dos años− por no obedecer una orden de nuestro presidente, el sabio banquero Taboada, quien murió cinco horas después de su veredicto sin dejar indicios de amnistía alguna, y las posteriores presidencias jamás han tratado el caso.  Nosotros preferimos que así sea, en la cárcel tiene tiempo de sobra para aprender otras cosas que en casa o en la Hermandad no nos atreveríamos a enseñarle.
Los jóvenes se acercaron y tomaron por los brazos al señor Meir quien afligido y suplicante fue sacado mientras con voz ahogada reía y maldecía.
−Es una broma.  Es una broma del señor Mcknamara.  No hagan caso, chicos.  ¡Suéltenme, idiotas!
Luego que los gritos e insultos desaparecieron, un espeso silencio nos tapó la boca a todos y el señor Mcknamara carraspeó, haciendo señas a su secretario, el anciano Olayatarrazaleta, para que anotara lo acontecido.
−Haremos cambios fundamentales en el devenir de nuestra Hermandad para que sobreviva otros cien lustros con más gloria que la vergonzante, he de decirlo, que nos ha acontecido.  Estoy proponiendo a la Asamblea General nuevos Estatutos que cobrarán vigencia, algunos, mientras yo viva, y otros, cuando yo muera.
El viejo Olayatarrazaleta se puso de pie y abrió un libro con tapas de cuero, volteó a ver al señor Mcknamara y éste asintió.
−Una copia de este documento estará disponible para todos −dijo−, pero ahora nuestro presidente quiere enterarlos de los principales puntos que habrán de regirnos −volteó de nuevo hacia el señor Mcknamara y leyó-.  Las esposas podrán golpear a sus maridos cuando estos las agredan pero sin ocasionar amputaciones, traumatismos, excoriaciones mayores, dislocaciones o quemaduras más allá del tercer grado. 
La señora Olayatarrazaleta, antes opaca y callada, se disparó alegre como un resorte y pidió al presidente la palabra, éste se la concedió.
−¿Y el envenenamiento, puede ser?
Nuestro generoso presidente fue contundente para alivio de los hombres en la sala.
−No debe ocasionarse la muerte.  Sólo una lección.  Diente por diente.  Ahora, si él la envenena, y esto se comprobara, entonces el pariente más cercano suyo, en línea directa, sí podrá envenenarlo  −vimos cómo el señor Olayatarrazaleta llevó su mano al cuello y tragó algo, y su señora se sentó dichosa− sin que se exponga a ningún castigo.  Prosiga señor secretario.
−En caso de que el cónyuge fallezca por alguna de estas causas −su voz era temblorosa−, las enunciadas anteriormente, la causante será procesada por esta magnánima asamblea.  En tanto ejerza la presidencia el señor Mcknamara, quedan anulados: divorcios y separaciones para evitar un mal ejemplo a nuestros guardias.
 Un agitado señor Meir entró corriendo a la sala y tras él los muchachos persiguiéndolo.  El señor Mcknamara se puso de pie y con un gesto detuvo a los chicos, y al señor Meir le ordenó que se acercara.
−¿Por qué no se ha dejado decapitar, señor Meir?
−¡Indulgencia!  ¡Clemencia!  −gritaba el señor Meir. 
Nuestro presidente alzó la vista a la asamblea y nos pidió opinión.  Realmente era muy desagradable el señor Meir −había servido en el ejército prusiano y exportaba látigos e instrumentos de tortura−, pero de eso a poner directamente la filosa hoja en su cuello había mucha distancia.  Para alivio nuestro, la señora Meir se puso de pie.
−Decapítenlo −dijo dulcemente la anciana.
El señor Meir prorrumpió con un extraño gesto de risa y llanto.
−Sí, decapítenme, decapítenme −decía mientras bailaba moviendo el trasero y alzando las rodillas.
A propósito, piensen de mí lo que quieran pero, la colita del señor Mcknamara realmente es envidiada por todas, y debajo de sus flojos pantalones se adivinan unas piernas extraordinarias que ya quisiéramos muchas.  Tiene buen cuerpo, aunque su espalda sea fina, y su cintura ¿la he mencionado?  No tiene importancia.  Todo él está bien cuidado, pese a su edad.  Y no hablaré de su voz, una voz, apacible, dulce y afable, no la ronca, áspera, cascada y asmática de los demás.
−Siéntese, señor Meir.
Como, al parecer, no entendía, nuestros guardias fueron a sentarlo.
La sesión pudo continuar entre los farfulleos del señor Meir y de cuando en vez algún golpe en la cabeza que le propinaba la señora Meir con su bolso; mi marido no se volvió a atrever a golpearme con su rodilla hasta que un excelso anuncio nos sacaría de los bostezos, y fue cuando el señor Olayatarrazaleta leyó:
−Al fenecer la actual presidencia una mujer habrá de tomar la presidencia…
Un estallido de aplausos vagabundeó febril por la sala, muchas nos levantamos y como porristas escolares fuimos a adular al señor Mcknamara quien sonreía con infinito placer mientras los hombres estaban congelados en sus asientos con el ceño fruncido. Luego de la explosión de algarabía retomamos la compostura y volvimos a nuestros lugares, así el señor Olayatarrazaleta podía continuar con las buenas nuevas.
Esa noche fue maravillosa, podíamos devolver la agresión a nuestros maridos, y emancipadas, también accederíamos a la presidencia.
Pocos decesos se produjeron en ese período.  Ataques al corazón, derrames cerebrales, colapsos hepáticos y uno que otro accidente: Un hombre prensado en la cochera cuando su mujer retrocedía el auto y no lo vio, el señor Meir se ahogó en la tina sin explicarse la hinchazón de su cara ¡ah, sí, la asfixia!  Y otro hombre que cayó del techo de su casa, vaya a saber qué diablos hacía allí.  Una muerte sí nos afectó a todas, la muerte del señor Mcknamara.
Como nuestra asociación no permite que el mundo exterior entre a contaminarnos −o exponernos a que husmeen en nuestros pocos secretos−, cuando alguien muere sólo se compra el féretro y las mujeres nos encargamos de vestir y maquillar el cadáver, y los hombres de los arreglos de sepelio e inhumación
El ama de llaves del señor Mcknamara nos había entregado un traje gris perla precioso y una corbata de seda azul.  Cuando trajeron su cuerpo nos quedamos solas con él, suspiramos hondo, y manos a la obra.  La señora Meir −que se había vuelto valiente y sagaz− retiró la sábana que cubría el cuerpo y todas quedamos petrificadas observando entre sus piernas; cómo decirlo…  El señor Mcknamara no tenía un apéndice de señor sino una hendidura de señora.  Valga decir que es el único secreto que guardamos en nuestra hermandad. 

55 comentarios:

  1. ..."Hendidura de señora", simpática expresión.

    Como de costumbre un gran relato, siempre con trazos distintivos en su desarrollo; nos deleita con un estilo muy propio que no le teme a la risa, parece que escribe bailando usted, como si supiera que la risa es el máximo tesoro de los hombres, y de las mujeres (y de Mcknamara, je)

    En otro orden de cosas, amigo Julio, me quedé pensando en esa hermandad filo-prusiana/ Una pena que la resistencia femenina consista en discutir o complotar por ver QUIEN detenta el poder, y no en la EXISTENCIA MISMA DE CUALQUIER PODER DESPÓTICO.
    Me pareció magistralmente ilustrativo al respecto, su maravilloso cuento.

    Gracias por compartir Maestro.
    Abrazo.

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  2. Estimado y amigo Julio, no he dejado de leer ni un segundo tan interesante y excelente relato.
    Pensarás que te digo siempre lo mismo, que son sólo palabras. Pero no es así. Realmente disfruto cada palabra, cada línea, cada párrafo y sobretodo la imaginación y la originalidad de cada uno de sus personajes.
    Siempre te diré desde lo más hondo de mí que te admiro, por la capacidad tan inmensa que tienes de llevar al lector hasta el final, sin saber qué pasa al final.
    Grandes abrazos. Rosa.

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  3. Julio, ya ni sé qué decir, cada relato me deja pensando en lo bien logrado: interés, suspenso, de pronto un toque de humor...lo disfruté a montones. Me tenía intrigada la actitud del señor Mcknamara, era extraña...pero al final...tenía cerebro y "otras" cosas de mujer... ¡Genial!
    Te abrazo con mucho cariño y admiración.

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  4. Hola Julio!! Me gustó mucho, evocando una época antigua has logrado llegar a un final fantástico con humor e inteligencia. Muy bueno.
    Besosssss

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  5. Me hizo recordar la costumbre vaticana de detectar... Papa o Papisa, terrible historia. El cuento que narras tiene algo entre lo mucho que brinda la literatura de oficio, divertir. Muy interesante el personaje se puede analizar desde lo social, político o de género, en fin los textos hablan según se les cuestiona. Te felicito.

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  6. Julio,me has dejado sin palabras,bién que las tornas cambien pero hasta ese extremo,me parece horrible,en cuanto a lo del señor Mcknamara...sospechoso.
    Gracias por tu palabras,pero hace mucho tiempo que la dejé libre,te lo puedo asegurar.
    Besos.

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  7. Hola Julio!!
    Extraño relato pero igualmente intenso y hasta provocador.

    Me entusiasma leerte y no saber qué les pasará a los personajes hasta que no llegue al final de la historia.

    Un fuerte abrazo Julio
    (Nos vemos a mi vuelta de vacaciones)

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  8. Juan Ojeda: "Hendidura de señora", simpática y gráfica, mi querido escritor. ¡Ay, del buen humor, amigo mío, cuánta falta nos hace en estos tiempos de caras alargadas y malas noticias! Por otra parte, a mí, este asuntillo de elegir "líderes, representantes o gobernantes" siempre me ha resultado un poco pueril. ¿Elegir a alguien para que "sentado" en el poder te cierre las puertas? ¿Elegir a un patán para que se enriquezca y cree un principado de secuaces? En fin. Es lo que hay. Mil gracias por el apoyo. Un abrazo grande.

    Rosa Mª: No me cabe la menor duda que tus palabras saltan desde un genuino aprecio y admiración, no te preocupes que sé leer entre líneas, presumo de conocer "la génesis de las palabras". Por ejemplo. Recordarás ANODINA IDIOTA, un texto dedicado a un plagiario del que me alertaron que utilizaba frases mías y de otros, bueno, ya fue denunciado el reptil; ¿me creerás que ¡viene a leer las respuestas de Hablapalabra y contesta a sus "víctimas, no lectores" con ESTE MISMO TONO! Es increíble. Ni se dan por aludidos ni tienen sangre en las venas ni un átomo de vergüenza en la cara. Sea, te creo, amiga mía, y agradezco la deferencia (ya aparecerá esta palabreja en el blog de la sabandija, estoy seguro). Un gran abrazo.

    Cinarizina: El señor Mcknamara es todo un caso, me pareció un personaje interesante cuando lo encontré presidiendo la tal reunión, y mira su pequeño secreto. Gracias mil por la lectura, observaciones y comentario. Un fuerte abrazo.

    Gabriela Maiorano: A veces, en los relatos -y puedo equivocarme- basta la mención de una palabra o algunas, para ubicarnos en un tiempo determinado, aquí considero que fue la palabra "Prusiano" la que obró la ubicuidad temporal. Mil gracias por venir. Hermanado abrazo.

    Leticia: Es mi consideración que la principal misión de la Litertura es recrear, divertir... ¡Qué bien! Si a la par de ese divertimento se cuelan reflexiones filosóficas, sociales, antropológicas, cosmogónicas, etcétera. Y enteramente de acuerdo contigo, el texto puede analizarse desde varios frentes. Humildemente, se somete La Hermandad a cualquier análisis ¡cualquiera! Un abrazo.

    MORGANA: ¡Qué bueno que hayas venido, amiga mía! Macknamara, sospechoso. El señor Meir, rebelde que no se dejó decapitar. El marido de la protagonista, un cobarde; y etcétera. Celebro leer que ya has soltado lo que habrías de soltar. Te admiramos. Tus amigos, te queremos mucho. Un abrazo.

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  9. Estimado amigo Don Julio, como siempre disfruto de sus relatos creativos de mucho suspenso e intriga, pero en este caso del señor Macknamara, se tenía un secreto bien guardado y vaya sorpresa la que nos llevamos los lectores al darnos cuenta de que lo que tenía es una "hendidura de señora", excelente estimado amigo, lo he gozado plenamente.

    Con mucho aprecio,

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  10. Ya decía yo...
    ¡Con que hendidura,¿eh?!
    Jajajaja
    Ahora tiene sentido todo.
    He de decir que pensé en principio en un homosexual inclinándose hacia su lado femenino,pero claro...el secreto lo explica perfectamente.
    Buenísimo.
    Un beso.

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  11. Como nos vas a sorprender la siguiente vez??? Julio, de verdad, es que eres un artista....nos tienes siempre ahí espectantes hasta la última frase....
    Vaya con la hermandad!!!! cómo se las gastaban!!! y mira con lo que nos salió el tal Macknamara....ya me parecía a mi extraño su comportamiento, pero lo que yo me pregunto, es cuantas veces a lo largo de la historia se habrá vivido esta situación??? y me refiero a ir a amortajar un cadaver y descubrir que no era un hombre sino una mujer...Estoy convencida, que muchos de los que consideramos hombres ilustres a lo largo de la historia tenían un gran secreto entre sus piernas.
    Me ha gustado mucho Julio.Muy bueno. Besos.

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  12. Un hombre no haría tales cambios, jeje...Muy bueno Julio. Has dibujado una sonrisa en mi cara.

    Besos desde el aire

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  13. los pucheros de kasioles29 de agosto de 2011, 0:29

    ¡Ya me parecía a mi un poco extraño que un hombre admitiera y fomentara los derechos de las mujeres!
    Confieso que me ha sorprendido el final, algo me esperaba, ya voy conociendo un poquito el estilo del escritor, pero eso....¡fantástico!
    De todas formas, Mcknamara se pasaba un poco dando consejos a las esposas ¡pobres maridos!
    Al hombre hay que tratarlo bien y mimarlo un poco ¿No queremos lo mismo nosotras?
    En el respeto mútuo está la virtud.
    He disfrutado con el relato. Gracias
    Si algún día visitas España, te lo prepararé con picante. Quedas invitado.
    Cariñosos saludos.
    Kasioles

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  14. Ya me extrañaba a mí tanta igualdad.
    Un relato cojonudo otra vez.
    Mis más sinceras felicitaciones.

    Saludos.

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  15. Yo estoy como Toro, jaja, algo me olía a chamusquina.

    Besos

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  16. Vaya un relato con mucho trasfondo, eso era igualdad pero por un motivo muy digno.
    Aunque las mujeres nos tiremos los trastos a la cabeza, cuando hay que ponerse a favor de otra por motivos como los explicas, ahí estamos. Y como no, este presidente/ta lo tenía clarísimo.

    Me has enganchado desde la primera letra a la última,¿ No tendrás un gancho a la entrada de tu blog que me hace leerte sin pestañear? jeje

    Besitos y sonrisas hermandadas :-D)

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  17. Una lectura de placer. De arriba a abajo. Genialidad en vena.

    Antes de "verte" por mi espacio, mi amiga Men ya me había recomendado que pasará por aquí a leerte, y es que el mundo es un pañuelo, incluido el virtual. Buen encuentro.

    Saludos

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  18. Maravilloso relato amigo Julio.
    Mantienes al lector enganchado desde el principio hasta el fin.
    Eres genial.
    Un abrazo.

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  19. Al igual que a Marinel, al leer lo de la hendidura todo lo anterior tomó sentido. Para leerte no vale saltarse un párrafo, porque nunca se sabe dónde has colocado la sorpresa, aunque cada nuevo relato tuyo es una sorpresa po sí mismo.
    Un abrazo :)

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  20. Esta Hermandad, tienen muy confundido lo que son la ética y la moral y no saben o no quieren saber, que es una postura muy cómoda, por otra parte, que el arma más poderosa es la Palabra.

    Gracias por el apoyo Julio, siento que estamos bastante desprotegidos a pesar de las herramientas que tenemos para defendernos.

    Besos mi querido amigo.

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  21. Mira por donde,con la muerte del Señor McKnamara nos descubre que no tenia apendice sino una hendidura de señora.........ocurrente,inteligente,genial y muy simpático!

    Hasta pronto!
    Isabel

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  22. ajjajajajjajajajjajaja yo me parto contigo,osea...que no tenía "apendice" de hombre sino de mujer jajajajajaja.Bueniiisimo,al final me hiciste reir a carcajadas.Tanto discutir por el dichoso poder...que maníaaaa!!!!Si es que las personas somos de lo más bobas!!Igualdad.Punto.besossssssss torerooo, dos orejas y un rabo (como sigas asi...los toros van a quedar los pobres sin miembros jajajajjajaja)

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  23. ...se cuenta que, tras una revuelta interna de los afianzados a la visión más ortodoxa de la hermandad, en los sucesivos nombramientos se haría sentar al estimado electo en una silla perforada y una mano escrutaría sus atributos sexuales; y confirmada la virilidad del susodicho, se exclamaría un aliviado "duos habet et bene pendentes!", o eso he oído. tus cuentos son leyenda, julio, maestro, poeta.

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  24. yo he disfrutado muchisimo ...lo leia muy entusiasmada ya que ahora que voy conociendo tu gran dote de escrtor como de suspense intuia algo raro pasaría y no quería leer el final sin llegar a el y vaya nos salio traxesual el señor Mcknamara...muy bueno las mujeres tenian la sarten por el mango.
    gracias Julio he pasado un rato agradable y gracias por el comentario que nos vas dejando a todos
    es un gusto venir a saborear un caramelo .
    un abrazo
    Marina

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  25. Ohhh, qué sorpresa con la hendidura de Mcknamara!
    Excelente relato, Julio. Realmente impecable y atrapante.
    Un beso y feliz semana!

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  26. Divertidísimo y brillante, genial esa hermandad secreta y arcaica.
    Como siempre en muchos de tus relatos más humorísticos detecto un trasfondo inquietante, en este caso es triste pensar que para que la mujer pudiese ostentar el poder—incluso el derecho a defenderse—este tenía que ser otorgado por una mujer, oculta eso sí.
    También estoy de acuerdo con la reflexión del gran Juan Ojeda.

    Maravilloso como siempre.
    Un abrazo.

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  27. Hola mi estimado amigo, como siempre, excelente relato.
    Tienes en este enlace (http://elsa-educacindeadultos.blogspot.com/2011/07/noche-y-niebla.html) un comentario para ti, de Ana Muela Sopeña, una admiradora que te sigue a todos lados...
    Cariños...

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  28. Muy bien guardado el secreto del señor Macknamara..jajaja!!!
    Con razón defendía la igualdad de la mujer,(aunque de una manera muy bruta...,ojo por ojo y diente por diente),tras esos pantalones de caballero se escondía la "hendidura" que le hacía pensar como a tal.
    Y el señor..¿cómo dijisteee..Olayatarrazaletaaaaa...?jajajaja,ese apellido me suena a vasco...¿el señor era de mi tierra...?...¡!

    Bueno, en definitiva, como siempre me divertí leyendo tan inesperado final.Un relato muy ameno.
    Gracias...,Un abrazo

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  29. estrella: Presiento que, a la par de ir exponiendo, con descripción y diálogos el acontecer de la historia, e ir dejando ciertas pistas -propias de la fábula- es entusiasta que el final se nos devele a todos, incluyéndome como autor, por supuesto. Te esperaremos, poeta, a tu regreso aquí estaremos todos. Un abrazo y feliz descanso.

    CAMPO LITERARIO: Su gozo y disfrute, don Hernán, ya justifican el relato en sí y la creación de Hablapalabra. Agradezco en todo lo que vale que nos acompañe, que nos lea y nos deje las impresiones que la lectura crea en un poeta como usted. Un gran abrazo.

    Marinel: Todos, te lo digo, escritora amiga, aún quien escribe, va "adivinando" los comportamientos, las actitudes, los gestos y antecedentes, ¡y de pronto! una sola frase, un sólo hecho quita la sábana que cubría todo el relato: La hendidura de señora. Gracias por sorprenderte también. Un gran abrazo.

    METAMORFOSIS: No tengo la menor idea de cómo sorprenderles en la próxima entrega, amiga mía, porque ello no depende enteramente de mí (yo sólo me ocupo de los diccionarios) sino de los personajes y lo que tengan que contarnos. Se cuenta que Isabel (la inglesa que mandó a decapitar a su prima María Estuardo para que ésta no reclamara también la corona, a la que tenía derecho, era Hombre y no Mujer. Además, nunca tuvo hijos. Muy sospechoso) Así también, cuántos célebres hombres, ciertamente ¿no habrán sido mujeres? En fin. Gracias mil por leernos. Un gran abrazo.

    Rosa: Esa sonrisa que el relato dibujó en tu rostro ya dice mucho de la complacencia y el pasar en Hablapalabra un buen momento, lo agradezco. Un gran abrazo.

    los pucheros de kasioles: Un poco extraño, tienes razón; el relato deja claro el fallo que "el devenir machista" nos ha provisto como civilidad, por ello "está contado en primera persona femenino". Y me encanta que aseveres que vas conociendo mi estilo ¡todo un reto tengo por delante! ¿Cómo satisfacer lectores y lectoras que van conociendo los impulsos y palpitaciones autorales? ¡Ya veré cómo salgo airoso! Tu mensaje sobre el trato al marido -toda vez lo merezca- es estupendo. ¡Y con testigos, querida, Kasioles; a mis amigos y amigas pongo por testigos que mis Pulpos me serán servidos con picante! Gracias mil por tanto. Un abrazo.

    TORO SALVAJE: También a mí, te lo digo, me extrañaba un poquitín tanta condescendencia en igualar los tratos hombre y mujer, o diré: apéndice y hendidura. Gracias, Toro, por estar aquí. Un abrazo.

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  30. La ley del talión para algunos es justa, para otros descabellada. Si la venganza anima a las mujeres seguramente exterminaría a todo el género humano. Hace unos treinta años surgió un movimiento feminista radical: el Scum. Su portavoz proponía exterminar a los hombres, sólo dejar algunos vivos como sementales y otros emplearlos como esclavos. Menos mal que la mayor parte de las mujeres son inteligentes y no tuvo muchas seguidoras. Era la ley del talión llevada a un extremo sociópata. La portavoz estaba como una cabra. Este cuento me parece formidable porque nos permite reflexionar hondamente sobre nuestro actual estado de cosas. ¿Es la venganza lo que nos llevará a una mayor armonía entre hombres y mujeres? Yo creo que no. Creo que entre la sumisión y la venganza hay otros caminos. Despertar y ver. Este cuento me ha encantado. Está magníficamente escrito y nos permite pensar, algo que debiéramos hacer todos los días en un ejercicio de reflexión crítica sobre lo que nos rodea. El mundo lo hacemos todos...

    Felicitaciones
    Un abrazo fuerte, Julio
    Ana

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  31. María: Algo estaba muy raro, María, muy, pero muy raro, y lo tuvimos que descubrir hasta que el cuerpo del sr. Mcknamara fue entregado a sus seguidoras. Un abrazo.

    Simplementeyo: Es ciertamente un cuento con mucha tela para cortar; quizá la pretensión era denunciar el torcimiento de nuestras sociedades de la mano varonil, quizá previendo un mejor futuro con una mujer de líder, tal vez ahogando las diferencias chocantes que inventan sobre los géneros. ¡Quién sabe! ¡Ya me descubriste! En cada relato cuelgo el "look at me", que es un invisible ícono de un programa para seducir a la lectura, y no lo pienso quitar. Gracias mil por tu comentario. Un gran abrazo.

    Imilce: Nuestra amiga, MEN, hace honor a esa condición "amigos" y promueve siempre que unos a otros nos visitemos. Celebro no haber defraudado la recomendación de MEN y un enorme placer tenerte con nosotros. Un abrazo.

    Magda: Gracias, amiga mía. Saber que se retiran satisfechos, que han pasado un buen momento y que ha gustado lo leído me anima y entusiasma a proponer siempre algo mejor, toda vez el talento siga so-corriéndonos. Un gran abrazó.

    Eduardo: ¿Te das cuenta, poeta, cómo una frase, un detalle, un gesto o un diálogo en un relato aglutina, funciona como adherente y revelador? Pues he tenido suerte de encontrarlo en el momento justo para explicar todo lo anterior del relato. Un gran abrazo, amigo mío.

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  32. Un gran relato y como no,la incógnita despejada al final,excelente.Si malo es el machismo tanto malo o peor es el feminismo y ese diente por diente que no lleva a nada y que ya ha quedado obsoleto salvo en algunas civilizaciones donde también existe la lapidación,en fin...
    Lo de que el niño está bien en la cárcel donde aprenderá cosas que no aprendería en la hermandad a sido muy bueno jajaja.También pediría a la sra Meir un poco de disimulo,por Dios,que a su marido lo van a decapitar,ni una lágrima fácil siquiera,menudas viudas negras hay en esa hermandad jeje.Un abrazo Julio.

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  33. ion-laos: Como dije en su momento, la principal misión de la Literatura es Recrear, y que, qué bien si con el divertimento se cuelan algunas máximas o enseñanzas de diversa índole. Este cuentico pretende contribuir en esa dirección, la desigualdad de género. Gracias, Ion-Laos, por tanto que nos das. Un abrazo.

    BESANA.(Isabel/María): "(...) ocurrente, inteligente, genial y muy simpático.". Me llevo estas fortalezas para mostrarlas a los personajes que se han quejado de que "hay pocos comentarios", le he dicho al señor Mcknamara que ahí no puedo hacer nada, pero ha insistido en que Hablapalbra les prometió que muchas, muchas, muchas personas les conocerían ¡Yo nunca he dicho tal cosa! -le he dicho. A ver si con tu comentario levanta el ánimo. Un gran abrazo y gracias.

    midala: ¡Igualdad! Y punto. Espero que lo entendamos todo, querida amiga. Gracias por mi: ¡torero, las dos orejas y el rabo! No te preocupes por los toritos, total, también ellos son fabulares, literarios, sigamos desmembrando para vanidad del autor. Abrazos, Midala, querida, y que sigas mejor.

    kynikos: ¡Me has hecho reír, querido amigo! No está mal la idea ¡todo bien! Pero creo que probarán algunas administraciones femeninas, tras de lo cual se produce tu revuelta y la "silla especial con mano y todo! No sabes, aún estoy riéndo, y reiré por mucho tiempo con tu valiosa e ingeniosa idea. Gracias por tanto, escritor amigo. Un gran abrazo.

    Marina-Emer: "Diente por diente", poeta amiga. Celebro que no te saltes párrafos, ello, a veces, más que ayudar confunde. Debemos leer y al final resolver si nos gustó o no. Gracias a ti por pasar un rato agradable, porque con ello nos apoyas, estimulas y abrazas para continuar con este apostolado y oficio de la escritura literaria. Un gran abrazo.

    Steki: Los señores Mcknamara, Meir, Olayatarrazaleta, la protagonista y mis escritores y escritoras amigas te decimos Bienvenida y gracias por estar con nosotros, poeta amiga. Ciertamente es estimulante que te acerques a Hablapalabra. Un gran abrazo.

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  34. clochard: "Cosas veredes, escritor amigo". Es impensable en esta modernidad cómo en muchas áreas la mujer sigue padeciendo la tiranía violenta de "los machos" -que no hombres-, lamentable. Nuestro gran escritor Juan Ojeda, siempre tan perspicaz, poniendo sus ojos literarios donde hay que ponerlos y destacando lo que, a su entender, columnan mis relatos. ¡Ustedes son grandiosos! Un gran abrazo, amigo.

    Elsa: Gracias mil, docente amiga, por tu apoyo constante, tu presencia y por darnos ese espaldarazo necesario para continuar con la escritura literaria. Ya he ido a leer el comentario de la poeta Alma Muela Sopeña y es, a todas luces, entrañable; gracias, por supuesto, a ti que tuviste la generosidad de publicar ese poema mío. Abrazos, amiga mía.

    Maribel Cano: Bastante tiranuelo ¿o tiranuela? el señor Mcknamara, pero siento que no tenía mucha alternativa con esa "caterva de machos" en la Hermandad, y tuvo ¿por qué no? Ocultar su hendidura para poder ejercer la presidencia y provocar los cambios -sangrientos sí, pero cambios al fin-. Olayatarrazaleta, era vasco, ciertamente, pero no sobrevivió mucho a su mujer quien al final lo envenenó. ¡Mil gracias por disfrutar el relato! Un gran abrazo.

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  35. Ana Muela Sopeña: Me ha espantado ese movimiento "Scum"; ¿cómo puede haber tanta saña de género? Pero no me sorprende -sólo espanta- ante los desmanes que muchos avergonzantes "machos" procuran en contra de nuestras mujeres. Se ha puesto la relación entre "la seducción o el terror", y como bien dices: Hay otros caminos entre la sumisión y la venganza. Celebro que el cuento promueva la reflexión sana y desapasionada. Gracias, maravillosa poeta, por acompañar esta palabra escrita. Un gran abrazo.

    Bosón de Higgs: Mi buen amigo, si algo rescato del cuento, será su mensaje, el potencial reflexivo que la lectura nos deja (luego de escribir asumo mi rol de lector), y, también me encanta que hayas rescatado ese otro mensaje "penitenciario", ninguna cárcel es "correctiva" sino "enfatizadora delictiva", y ¡qué me dices de la señora Meir, por favor! Qué señora tan desamorada, "ni una lagrimita para nada". En fin, amigo mío, gracias por tu atenta lectura y aportes. Un gran abrazo.

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  36. Increíble, la trastocación de la moral, los engaños, los secretos, la supresión, muy muy bueno, grandioso final. Felicitaciones, Maestro y abrazo.

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  37. Sin palabras...., solo a Julio Escamilla se le puede ocurrir un relato así.
    Sencillamente ¡Genial!
    Con mi admiración
    Feliz semana
    Un abrazo

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  38. Por llegar tarde me han dejado sin palabras... Ya lo han dicho casi todo.
    ¡Vaya Hermandad! jaja ¡Diente por diente y apéndice por hendidura!

    ¿Cómo puedes urdir tan magistrales historias? Eres una fuente inagotable de ocurrencias, chispa y talento...

    Si te cuento lo que me enteré, promete no divulgarlo -pues sólo son rumores de pasillo- Parece ser que un nuevo candidato a sucesor tiene amplias posibilidades... Su nombre resuena entre los cuchicheos de las altas esferas. Se trata del Señor Andreas Hermafrodita. De conseguir el nombramiento ¡Vaya uno a saber cuáles serán sus dictámenes...!

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  39. Me gusta, sigue escribiendo, tienes puntería.

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  40. El Escritor: "(...) trastocación de la moral, engaños, secretos, supresión,". Y violencia, amigo mío. "Decapítenlo. ¿Por qué no se ha dejado decapitar, señor Meir?". Hay mucho para señalar, querido Escritor. Un abrazo.

    Rosa.E: Al menos "este relato", sí, ciertamente sólo a Julio Díaz-Escamilla se le puede ocurrir, como a nuestros amigos y amigas escritoras, sus poemas y relatos ¡sólo a ellos se les puede ocurrir! De eso estoy seguro, todos tenemos nuestras apetencias narrativas, nuestras mecánicas fabulares y nuestro menú de "personajes" muy propio. Gracias por estar, amiga mía. Un abrazo.

    Diana Profilio: Algo de eso se comenta, querida escritora amiga, algo he escuchado, pero no le doy mucha posibilidad a Andreas Hermafrodita, porque esta señor tiene algunos enemigos, y porque la Hermandad no permitirá que ningún señora tome la presidencia a menos que su Hendidura o Apéndice hayan probado merecerla. (Me estoy riendo por tu ingenio). Un gran abrazo y gracias por venir, tarde, pero venir. Otro abrazo.
    Andreas Hermafrodita. De conseguir el nombramiento ¡Vaya uno a saber cuáles serán sus dictámenes...!

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  41. Joooo! Te había dejado un comentario que me pareció bueno, pero los duendes juguetones que habitan en la blogosfera me lo estropearon!

    Te decía que algo así me iba imaginando yo mientra avanzaba en la lectura de éste relato que me ha entretenido y divertido, pero que sobre todo, me ha hecho reflexionar. A ver: considero que has realizado una buena crítica hacia ése tipo de mujer que anhela una vuelta a la tortilla y comenzar a realizar ella misma en su hombre aquello que ha venido sufriendo a consecuencia de él, y me preguntaba...¿hasta cuándo amigo? ¿hasta cuándo hemos de seguir luchando para que ésto deje de existir, para que estos "ombrecitos" y "mugercitas" se den cuenta de que el machismo/feminismo es la misma cada de una única moneda y que solo los "HOMBRES" y las "MUJERES" de verdad son quienes deben luchar para tender manos solidarias y verse a sí mismo y a sus semejantes de sexo contrario como humanos que viajan en la misma barca, con los mismos derechos y deberes ante la Ley y, sobre todo ante sus propios ojos!

    Nunca se conseguirá nada bueno entre odios, rencores y cegueras!

    Como puedes imaginar, Julio, éste relato me ha aportado mucho, ¿no crees?

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  42. Hola Julio,

    Lo mejor de esta post es el grado de agudeza, ingenio, la naturalidad, la destreza y la sonrisa con que uno se va después de esta magistral obra.
    Coincido con muchos de los compañeros que argumentan. Pero, solo tu Julio nos llevas y nos sorprendes como si estuvieras realizando la prueba del algodón. Chapeau!!! por tan bella entrada.

    Un fuerte abrazo desde Galicia.

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  43. jajajajaja magnífico, Julio. Lleno de sutilezas y elegancia

    un beso

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  44. Bueno, bueno, si es para comentar en exclusividad este magnífico trabajo ya lo han dicho todo. He tomado mi tiempo para leer tu último material ya que hace un tiempo que no caigo por tu blog, pero el tiempo es tirano y no alcanza para seguir enorgulleciéndome de lo leído más que de lo escrito... quiero decir, más simplemente, que me asombra y satisface enormemente leerte, Julio, y eso es parte de mi concepto intrínseco de una literatura bien entendida. Pido disculpas por mi, quizás, mala administración del tiempo; pero ya es difícil a mis años agregarle más épocas a las vividas.
    Un abrazo.
    Jorge.

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  45. Jajaja, no me extraña que el señor Macknamara dictase semejantes leyes, era, por así decirlo, como cierta "papisa" que moró en Roma antes de la existencia del Vaticano, y cuya identidad sexual también fue objeto de un inconfesable secreto que aún hoy perdura...

    Muy divertido tu relato, Julio, resulta refrescante zambulirse en estas letras cargadas de crítica ironía y de buen humor.

    Un beso y muy feliz semana.

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  46. Qué ingenio,¿hendidura de señora? ja ja...Siempre tus relatos son muy entretenidos. Eres un maestro Julio, creativo, ocurrente, se nota en cada entrada que regalas a tus lectores.
    Un abrazo para ti.

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  47. jordim: Gracias, seguiré tu consejo, seguiré escribiendo. Me siento halagado.

    Mascab: Por haber reclamado a San Google, amiga mía, tiene de penitencia, dos entradas nuevas en esta semana como mínimo en su blog.
    Toda tu reflexión, querida Mascaba, es válida y certera, hemos de dejar la competición y asumir cada quien nuestras muy especiales condiciones, misiones y roles en la sociedad; que nuestras diferencias nos unan para sacar adelante este gran proyecto que se llama Humanidad, y no estar en esa contienda milenaria de quién es mejor o peor. Aclaremos que desde que la Iglesia coloca a la mujer como "la perdedora" del hombre (Edén, manzana, serpiente, expulsión del paraíso, etc.), la malvada ha de someterse a los caprichitos del otro idiota. Ergo, aún el planteamiento del problema ha estado viciado. Viva la igualdad, viva la armonía y el caminar juntos. Un gran abrazo.

    Quino: Sabes, querido poeta, que me quedé por uno de los anillos de saturno con lo de "la prueba del algodón" What you mean? ¿Es bueno o es malo? Como sea, qué grande es tenerte con nosotros, sé bienvenido, siéntete en tu casa -porque lo es- y danos tu palabra siempre que puedas. Un gran abrazo.

    MariluzGH: Gracias mil, poeta querida. Gracias mil por llegar. Un abrazo.

    Jorge: Mi querido compositor y escritor, no te preocupes, lo importante es que -aunque de cuando en vez- vengas y nos acompañes, entiendo lo del tiempo. Un gran abrazo.

    Mayte_DALIANEGRA: Escribirlo fue refrescante, te lo digo, poeta, muy refrescante y divertido. Mil gracias por venir. Un abrazo.

    Taty Cascada: Te digo que, aunque yo mismo vi la... pues bueno, cómo decirlo, cuando la señora Meir retiró la sábana ¡también me quedé petrificado! Entonces comprendí que la señor Mcknamara nos había engañado a todos, incluyendo al autor. Un gran abrazo y gracias.

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  48. Como siempre una historia sorprendente, me dejaste sorprendida al final, todo dio la vuelta con ese final por eso era tan protector de la señoras, me gusta la idea de tener un mundo que defienda a la mujre. No obstante que no llegué al abuso, una excelente historia, besos

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  49. ¡Una hermandad llena de enjundia y una igualdad sospechosa jejeje!. Me recuerda la historia de la Papisa Juana.

    Ojalá vayamos hacia una genuina igualdad de genero con complementaridad y no competencia o abuso por parte de uno de los dos.

    Un abrazo

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  50. Como siempre, la tensión en la trama se acumula y te obliga a estar atento, imposible dejar de leer Julio. Atrapas como nadie la atención. Mago del suspense en breves relatos.

    Un fuerte saludo

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  51. Regreso para agradecerte el comentario, valioso por el emisor y la destinataría, que estaría super orgullosa, y de paso, con tu permiso, dejar mis felicitaciones a la que seguro derrocha talento como su padre.
    Un abrazo.
    nota: No tengo por qué dudarlo, amigo mío, mientras lo escribía las mías también brotaron.

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  52. La lucha de la mujer por la igualdad, ya viene desde hace mucho. Acuantas cosas habrá tenido que renunciar Macknamara para llegar a la presidencia, cuantas veces habrá tenido que “tragar” para alcanzar su sueño. La hermandad seria antigua pero las ideas son de lo mas modernas jajaja.
    Me ha encantado el final. Se callan como muertas… jajaja. Cuando queremos sabemos guardar un secreto. Y en nuestra defensa diré que somos muy buenas guardándolos.
    Tus finales son tan imprevisibles y espectaculares como tu imaginación. UN PLACER LEERTE. Un bessito.

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  53. Mixha Zizek: Gracias, Michelle, por tu visita. Se dice que el Poder corrompe, y que el Poder absoluto corrompe absolutamente. Qué bien, como tú dices, tener aliados que nos ayuden pero no tan sangrientos. Un gran abrazo.

    Myriam: Será lo ideal, cuando entendamos -como sociedad- que ambos (hombre y mujer) somos complementarios. No podemos -los hombres- hacer muchas cosas que hacen tan bien las mujeres, y éstas tampoco aquellas que nosotros hacemos bien. Un fuerte abrazo.

    Aníbal Jaisért: Gracias, poeta, por tus conceptos, tu apreciación y no dudo que tu hermanado cariño me tiene como uno de tus escritores allegados. Un gran abrazo.

    Eduardo: Gracias, poeta. Gracias, Eduardo, por esta cercanía, este sentirnos y sabernos amigos, apoyados, acompañados y contenidos. Mi hija estará bien con su familia materna ¡I hope! Y nosotros, querido, sin nuestros seres amados. Así es la vida. ¡A seguir pa'lante! Un abrazo.

    MEN: Me encanta que abones a favor de la señor Mcknamara todos los sacrificios por los que hubo de pasar para alcanzar la Presidencia y dejar en mejor estado a sus congéneres. Gracias por tu lectura, MEN, amiga mía, amiga nuestra. Mil gracias. Y un fuerte abrazo.

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  54. Divertida y entretenida entrada.
    A mi ya me parecia raro... di que me daba en la nariz que un señor no podia realizar tantas modificaciones y tan beneficiosas en post de la mujer...
    Muy puesto se le veia en post de la igualdad...
    Al final... como siempre nos sorprendes con la vuelta a la historia y se descubre el pastel...
    Pobre señor Mcknamara debió pasarlo fatal con tanto disimulo...
    Un abrazo Julio.

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  55. Apéndice de señor= miembro
    Hendidura de señora= miembra
    Tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando.

    Ministra Aido va por usted.
    Jejejeje, buen relato.

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