jueves, 23 de junio de 2011

La habitación Bermejo

El camino, aunque cubierto de exuberante vegetación, había sido un tormento.  Ahora lo que más ansiaba era un buen baño de agua caliente y una cama ancha donde cupieran enteros su cansancio y desaliento.  Después de registrarse en el hotel, un muchacho le ayudó con las maletas, mientras otro, abrió la puerta del cuarto asignado que le pareció, a primera vista, el más hermoso que hubiera visto en toda su vida.  Dejaron sus maletas adentro y aún sin reponerse de la agradable sorpresa, los despidió con una propina, cuyo valor ignoraba porque no manejaba el concepto de esa moneda.
Se tendió en la cama.  Arriba las gruesas vigas de madera y las baldosas de terracota le brindaron una agradable sensación de tranquilidad y consuelo, mientras a un lado, en una pequeña chimenea, el fuego crepitaba emocionado de tener al fin, un huésped a quien calentar su sueño.  Éste no tardó en llegar y Raúl, se abandonó al silencio.
Unos toquidos en la puerta lo despertaron.  Miró su muñeca buscando un reloj que ahora no existía.  Los toquidos se volvieron más insistentes y al levantarse vio incrédulo en sus piernas, en su pecho y en sus brazos ¡otra ropa!  Un jubón amarillo y rojo, una camisa blanca con encajes y un pequeño chaleco de gamuza verde ahora cubrían su cuerpo.  Le asustó ver en sus pies medias blancas, y gruesas hebillas de plata adornando sus zapatillas negras.  Escuchó su nombre detrás de la puerta y desesperado fue corriendo a ella, dudó en abrirla, y al final, como quien espera despertar abriéndola, dejó que las gruesas bisagras se quejaran al juntarse.
-El padrino ya está en la iglesia.  Me han mandado a pediros que no demores.
Aquel hombrecito le pareció familiar y totalmente desconocido.  Al verlo retirarse por el pasillo pensó esperanzadoramente, que todo esto no era más que un sueño.  Volvió al interior del cuarto, cerró la pesada puerta y fue a su cama, se sentó y buscó sus maletas, en lugar de ellas había dos baúles.  Se acercó a ellos temeroso, tímidamente comenzó a destrabar las gruesas correas de cuero y al abrir uno de los baúles, en el forro interior de la tapa, vio curiosamente agradecido:  Un escudo de armas y su nombre.  Su nombre en letras doradas:  Conde Raúl Bermejo, Sevilla, España.  Abrió rápidamente el otro y encontró la misma insignia heráldica.  Revisó ansiosamente en ambos y sólo encontró ropa, ropa nueva y olorosa de un tiempo que ahora se impregnaba en su piel, sus pupilas, su cerebro y sus entrañas.  Otros toquidos lo sacaron de su estupor.  Corrió a abrir y una muchacha hermosa entró sin ningún reparo a la estancia.
-Mi señora le pide que si un poco de amor hacia ella guarda su corazón altivo, no asista usted al compromiso y deje vivir a don Felipe, su marido.
La sangre se heló y agolpó en su cerebro, todo se volvió lechoso en el cuarto y arrastró sus pasos hasta la cama.  Allí la muchacha se arrodilló frente a él y lloró tan tiernamente que Raúl no pudo evitar que sus ojos se nublaran.
-Por favor señor Conde, desde el fondo de nuestro corazón se lo pedimos.  No hay ofensa en que don Felipe haya casado con mi madre, y si tal como usted ha dicho, soy de usted su hija y que nunca le he pedido favores, no enlute nuestra casa por ausentes agravios y vanos rencores.
 Esto no podía estar sucediendo.  Recién llegaba de un pesado viaje que tuvo que improvisar después de dar muerte al amante de su esposa en su país, y ahora, en sueños se planteaban las mismas circunstancias pero en otra época.  Un tiempo no del todo desconocido.  Raúl, adivinó su sangre en los ojos de la muchacha.  Al fin le habló de una forma que su lógica discursiva no ordenaba.
Ciertamente nunca me habéis pedido nada, y hasta hoy, Dios me permite contemplar agradecido, tan cerca, los ojos de mi hija amada.  Nunca supe de vos, hasta que por cartas, Antonio, me ha descubierto este infame secreto.  Y he jurado a todos los cielos, vengar estos años de tormento, y ya que me niego a dar muerte a la causante de este siniestro y que no podría veros marchitar, huérfana de madre en un convento, he dado por sentado y convengo en dar muerte al infeliz que usurpando mi lugar, dio por llamar casorio a un desliz.
La muchacha resignada a los sucesos que se desencadenaban con furia y fuego, y no teniendo ya en sus adentros más lágrimas que verter, ni palabras ni sustentos, se levantó, se dirigió a la puerta y desde allí le dijo casi en silencio.
-Le amo padre.  No me pregunte por qué razón pues no la tengo.  Pero si el que me hayan ocultado de usted es causa de tanto enojo, mate a ese hombre y olvide para siempre mi rostro y mi nombre.
La muchacha salió llorosa de la estancia.  Raúl se preguntó por qué él habría dicho lo que dijo.  Tomó una decisión.  Si sueño o realidad, afuera esperaba el final de los eventos.  Salió presuroso a la calle, empedrada y solitaria.  Los edificios que había visto a su llegada, ahora no estaban.  Caminó en silencio y al fin vio la iglesia y a un grupo de hombres que le esperaban.  Apresuró el paso, saludó a quien él sabía que era su padrino y adivinó que el de barba era don Felipe.  Otro hombre se acercó a él, abrió una caja donde descansaban ansiosas, dos pistolas negras de cañón largo.  Tomó cualquiera.
Otro hombre condujo a los ejecutores y los colocó espalda contra espalda, se separó y comenzó a contar mientras Raúl y don Felipe coincidían sus pasos con la cuenta.  Al llegar a diez, ambos se voltearon y alzaron cada cual su arma apuntando al otro.  Raúl vio el cañón de su oponente y cómo éste se esmeraba en apuntar a su corazón cerrando uno de los ojos; él, jaló el gatillo de su arma y los pájaros huyeron despavoridos de los árboles.  Todo se nubló y sintió que caía sobre su espalda.  En la caída escuchó otros dos disparos.  Sonidos sordos que curiosamente lo volvieron a la conciencia.
Abrió los ojos, miró su muñeca y descubrió feliz el reloj que antes le hubiera evitado tantos sueños tontos.  Los disparos seguían en su cabeza, alguien tocaba su puerta.  Se levantó feliz y dinámico y abrió generoso la puerta.  Quedó estático y perplejo.  Don Felipe, el hombre con el que en sueños se había batido en duelo, entraba sonriente al cuarto.  Raúl soltó la puerta que se cerró pesada y lentamente.  El hombre vestido de negro se paseó por la habitación y al fin dijo:
-La habitación Bermejo.  Tienes suerte de haberla encontrado aún, y que no haya sido demolida.  La gente no respeta la historia ni las cosas viejas.
Raúl fue acercándose a su cama, se sentó y trató de entender.  Quizás ahora tenía otro sueño.
-Has tenido tanta suerte de encontrarla, pero nos has causado grandes problemas, porque ahora tenemos que empezar de nuevo.
El hombre, extrajo del interior de su saco un sobre de cuero y se lo entregó a Raúl.
-Te he traído el itinerario correcto.  Primero habrías de ir a Barcelona que fue donde ocurrió tu primera muerte, luego al Perú no aquí a Antigua Guatemala.  Pues decía, del Perú a Panamá, luego a Méjico y finalmente a Guatemala.  Como podrás darte cuenta has empezado al revés, comenzado por el final.  Y eso señor Conde  ¡no!  Aquí en Guatemala eras Visitador, ¡sí!  En España Conde, en el Perú Obispo, en Panamá Corregidor, en Méjico Gobernador y finalmente Visitador en Guatemala.  Así pues, Raúl, ayúdanos a hacer bien las cosas.
Raúl se desmoronó sobre su cama, llevó sus manos a la cara y pidió a Dios que aquello fuera una pesadilla.  Nuevamente los toquidos en la puerta le devolvieron la esperanza.  Abrió los ojos y se convenció que lo anterior había sido un extraño sueño porque el hombre aquél ya no estaba.  Mientras iba hacia la puerta agradeció a Dios el favor de la realidad.
Unos hombres entraron presurosos en la habitación y su desconcierto fue mayúsculo.  Ya por costumbre o curiosidad miró su cuerpo y vio otras ropas.  Su corazón volvió a latir con fuerza y sintió ganas de llorar, llorar y arrodillarse pidiendo que cesara todo este tormento.  Él sólo había venido a descansar unos días, no a soñar ni a tener pesadillas ni a encontrarse con sus vidas pasadas.
Observó estupefacto cómo aquellos tres hombres caminaban nerviosos por toda la habitación, abriendo baúles, roperos, muebles y buscando bajo la cama, mesa, sillas y en el interior de la chimenea.  Sintió miedo de preguntar qué era todo aquello.  El más viejo de los hombres se acercó a él y susurró al oído.
-No hay nadie su excelencia.  Podrá usted estar tranquilo.  Hemos apresado a Bobadilla y aunque no tenemos el nombre del otro traidor, quien ha jurado a usted matarle, ya andamos sobre sus pasos y casi estoy seguro que se trata de Castillo.
Raúl, por alguna razón al escuchar aquel apellido murmuró:
¿Mi primo, mi primo Antonio Castillo?
-Sí su excelencia.  Lo lamento por usted, pero tenemos documentos que comprometen a su primo en el complot.
¿Y va a matarme?
-Con nosotros cuidándole, no.
¿Dónde estamos?
-En Méjico, su excelencia.
Volví a equivocarme...

27 comentarios:

  1. Confieso que tengo la mala costumbre de leer muy rápido y ha habido un momento en que me he liado y he tenido que volver.

    Interesantísimo relato, me has recordado a Matilde Asensi, a la que admiro mucho.

    Besos

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  2. Con razón olvidamos nuestras vidas pasadas. No quiero ni pensar que sueñe algún día con una vida tan trágica.


    Abrazos

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  3. Una vida somos esto, en la otra aquello, en todas parece que tenemos quimeras y trágicos momentos.
    Buen relato, saludos

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  4. Infidelidades, traiciones, venganzas, un cúmulo de despropósitos, que la voz de la conciencia te agita en cualquier momento y lugar.

    Estupendo relato Julio.

    Un beso.

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  5. Otras vidas, Retazos que van y vienen a nuestra memoria oculta. Creo un poco en todo esto, pero quisiera creer del todo, sin resevas. Sería más feliz todavía.
    Un beso, Julio.

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  6. ¡Inquietante relato! Me has hecho transitar raudamente por una vorágine de acontecimientos los cuales me "pasearon" por las más recónditas elucubraciones a fin de "adivinar" el desenlace.¡Imposible! ya que a medida que avanzaba en la lectura -imaginaba- acertar, hasta que un cambio abrupto me hacía volver al punto de partida. He llegado a una simple conclusión: jamás podría aventurarme a suponer un final para una de tus historias. El "Sr. Titiritero" -o sea, vos- maneja "los hilos" de manera tan avezada que siempre logrará sorprendernos con la estocada final. Bravooooooooooooo, Julio!!! Me encantó!!

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  7. los tormentos persiguen,
    lugar a lugar.
    me gusta la transgresión
    de la vida que juega con
    la posibilidad y la transformación,
    el cambio y la indisciplina.
    destaco el contenido de calidad
    e imaginación, único de tu mano
    Gran trabajo, leerte siempre
    es agradable

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  8. Precioso relato!!te da que pensar si lo de la reencarnación...será cierto :):). Soy escéptica en ese tema,pero...quién sabe??alguno sabemos acaso??yo desde luego...no!!como siempre... mi canto español Torero,torero!!!!Un gran placer leerte.

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  9. ¡Toc toc! y ésta vez al abrir ansioso la puerta vió por fin la realidad: una ingente multitud de admiradores que comentaban ilusionados tus andanzas literarias!!!

    Enhorabuena.

    Un abrazo.

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  10. Nos atrapas en un caleidoscopio temporal que vas rotando con templanza para ligar la intriga y mantener expectante al observador.

    La ingeniería cronoscópica de tu narración está servida en una bandeja que parece anunciar ser un sólo eslabón del banquete pues esta historia sugiere ser un segmento de un relato más extenso.

    Te aplaudo, maestro y me voy plena y con nuevos desafíos en mente. Siempre es una fuente de inspiración y aprendizaje leerte.

    Un abrazo, gran poeta.

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  11. María: Cuando me encontré con La Habitación Bermejo, también pasé de confusión en confusión por lo que ocurría al conde, visitador, gobernador u obispo. Me enternecí con la visita de la muchacha y volví a los problemas de tratar de entender de qué se trataba la historia. Al final, fue un reto organizarla escrituralmente. Gracias por tu lectura. Un abrazo.

    Jessenia: Según esta historia, amiga mía, el protagonista cayó en un punto ciego y "todas sus vidas pasadas" se arremolinaron en su entorno. Mil gracias por estar, Jessenia, mil gracias.

    enletrasarte: Así parece amigo mío. Pareciéramos títeres de destinos concéntricos o divergentes ¡qué sé yo! Un abrazo poeta.

    ion-laos: Mi buena y generosa amiga, es un enorme placer que me honres con tu visita. Abrazos.

    merche marín: El paso a lo desconocido, a lo que la ciencia no explica y es caldo de cultivo a las religiones, da, a los escritores, una vasta enciclopedia de donde extraer historias como ésta. Un abrazo poeta amiga.

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  12. Diana Profilio: Tú, que eres una estupenda escritora, has experimentado el fenómeno de la palabra literaria ¡de sorpresas! Cuando la honestidad autoral sujeta al escritor, quien escribe, también se sorprende del ritmo y tránsito de los acontecimientos del protagonista. Un abrazo, Diana, ¡ah! magnífica producción la de la señora Salas y Ruth con tu poema, ¡excepcional! Un abrazo.

    J.Maseda: Poeta querido y talentoso, para mí es el placer arribar a tu espacio y gozar tus letras. Gracias por tu generosidad. Un abrazo.

    midala: Quién lo sabe, amiga mía, Houdini prometió volver ¡y bueno, siguen esperándolo! Ergo, no hay forma de volver, creo. ¡Cuánta vanidad me asalta con tu canto español de: Torero,torero! Mil gracias. Mil gracias y mil gracias.

    aamanecerdeluniverso: Poeta, poeta, poeta ¡qué emoción es abrir la puerta y que su excelsa majestad entre a compartir su opinión! Muy agradecido. Un hermanado abrazo, poeta.

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  13. Gabriela Amorós: Por algo La Emoción Indomable, es una cita obligada a mis sentidos y "conocimiento", porque la autora es perspicaz, muy fina en la observación y tiene un poderoso olfato fabular. Ciertamente me ha quedado la sensación de que el protagonista (y sus personajes) tiene mucho más qué contar). Celebro que La habitación Bermejo, te sugiera, te movilice y te promueva más retos escriturales... tus lectores saldremos ganando, seguramente. Un abrazo poeta, escritora y amiga. ¡En hablapalabra se te admira y quiere!

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  14. Um relato que nos deixa com vontade de prosseguir a leitura...inquietante.
    Um abraço poeta.
    oa.s

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  15. Julio, hoy nos dejas un relato de vidas interpuestas en el mismo espacio pero en distintas dimensiones. El mismo hombre? la misma historia que se repite en un bucle en el tiempo? un sueño dentro de otro sueño?
    De cualquiera de las maneras, narrado de manera soberbia, que nos mantiene a los lectores saboreando cada frase entre un punto y seguido y un punto y final.
    Como siempre: Me encanta leerte, amigo.

    besos.

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  16. OceanoAzul.Sonhos: También este autor se quedó con ganas de más aspectos en la vida del protagonista. Gracias, poeta por tu visita y comentarios. Un abrazo.

    Mascab: Y a mí me encanta que escritoras como tú se acerquen a compartir estas ¿visiones? ¿ocurrencias? ¿invenciones? Quién sabe, amiga mía de dónde vienen estas fábulas que una parte de la subconsciencia (mente) provee a aprendices como tu servidor -dicho sin ningún asomo de falsa modestia-. Grande es tu visita. Un abrazo.

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  17. Julio

    Leí tu texto con gran gusto y lo releí para captar los giros del personaje dentro del relato. La simultaneidad en este cuento me parece excelente y descubro una vez más el gran escritor que eres. Y la fluidez del texto y el final abierto te da para seguir la historia o sino para que el lector imagine miles de cosas. Un texto estupendo, un gran relato!.
    un abrazo

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  18. Después de leer el relato me quedé por unos minutos pensando en nuestras vidas pasadas y te juro que no quisiera revivirlas porque en tu escrito expresas perfectamente la angustia que sentía el protagonista. Me metí tan de lleno que sentí el vértigo de no saber, tal como Raúl lo sentía.
    Nuevamente me ha sorprendido el final.
    Es un lujo leerte Julio, mi amigo poeta y escritor de bellas letras.

    Un beso

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  19. ola amigo, lindo post...
    tentar entender o passado, pra poder abraçar o presente e entender o amanha...o passado é o nosso registro, nossa marca digital.

    um super final de semana
    beijinhos amigo

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  20. Buen relato.
    Bien construido y bien resuelto.

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  21. PASE Y ME QUEDE, PRECIOSO RELATO. FUE UN HONOR EL VISITARTE, DESDE JAEN UN ABRAZO

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  22. Me gusta mucho este relato, donde el protagonista, en vez de ser dócil con el autor o con la vida, es un despistado que no cumple con su función. Sin duda sería una desesperación para un escritor que fueran así los personajes y para un psiquiatra que fuera así la vida, un desastre. Magnífico texto.

    Un saludo

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  23. Mixha Zizek: Dos orgullos tengo, dos vanidades presumo, la calidad de los personajes que me permiten contarlos y lectores ¡de tantos quilates! Un honor que me honres con tu honrosa honorabilidad. Mil gracias, escritora amiga.

    Princesa115: El lujo es para mí, el que una poeta tan exquisita como tú se detenga en estos relatos y se vaya satisfecha con la fábula y los protagonistas. Mil abrazos.

    Nina Pilar: Qué bien lo has expresado, amiga mía, nuestra marca digital, eso vendría a ser el pasado ¡pero Raúl no lo sabe! (No le diré nada) Un gran abrazo.

    TORO SALVAJE: Gracias, poeta, por tu lectura, tu registro y comentario ¡y deja ya los pollos en paz! Un abrazo, popularísimo Toro Salvaje.

    Miguel de la T.P.:Mando hasta Jaén, un hermanado abrazo y un transoceánico ¡gracias! Felicitaciones poeta.

    Aníbal Jaisért: No te equivocas en nada, poeta, no ha sido fácil entender a Raúl y sus vidas pasadas, creo que, autor y protagonista llegamos tarde al momento escritural. Gracias por tus conceptos y amistad. Un abrazo.

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  24. Me dió escalofrio... tantas vidas rebosando de historias que contar.. tantas situaciones apresurándose a un momento...

    Que arte tienes, por favor! reconozco que lo leí dos veces para entender.. para sacar mis conclusiones y sobre todo para deleitarme.

    Un besazo.

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  25. Gala(tea): Este es un relato, amiga mía, que ha tenido su dosis de trabajo autoral, porque el famoso Raúl no era muy explícito con sus cosas. De pronto me ponía en una época y luego ¡sin moverse! Asumía otra temporalidad. Todo era muy confuso, hasta que me serené y me dije: Mis amigos merecen claridad. Un abrazo grande.

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  26. Julio:
    Ahhh, las vidas pasadas y lo peor es que dicen que no aprendemos que siempre repetimos los mismos errores hasta realizar el gesto correcto o mover una pieza inverosímil...

    Me encantó
    Abrazos
    Ana

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  27. Ana Muela Sopeña: Algo habrá en la mente que la ciencia aún no ha logrado penetrar. Estas piezas escriturales me ayudan a demostrar mis preteorías, una de ellas que propone una memoria bífida: La orgánica y la memoria de las emociones, quizá en esta última se aloje el recuerdo de vidas pasadas (si las hubiere), o un disparador externo recree la dicha posibilidad.
    Un gran abrazo, escritora amiga.

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