Experimentación dialogal.
Un jinete pasó a galope tendido levantando una espesa nube de polvo que, sin embargo, no inquietó a Brian ni a Jackman quienes discutían muy tranquilamente. Brian se quitó el pañuelo del cuello y se tapó la boca y la nariz, mientras el rudo Jackman sólo abanicó el sombrero frente a su cara. Cuando la polvareda cayó a tierra, Brian quiso toser pero se contuvo, miró hacia un lado y Sara barría el frente de la barbería de su marido, luego le estrelló una mirada hosca a Jackman.
−¿Al fin?
−Oye, Brian, hace mucho calor. Aquí no hay alguaciles.
−¿Y?
−Y que cuando la sangre se calienta…
−¿Qué con ella?
−Según el doctorcito Farragan, el calor, ya sabes, pone nerviosa a la gente.
−¿Estás nervioso, Jackman?
−Estoy hablando por ti, Brian, sólo escúchate, estás temblando.
−¿Me estás diciendo miedoso?
−Lo que digo es que hay mucho calor, que la sangre se calienta y que según…
−¿Vas a repetir lo mismo?
−Arreglemos esto, Brian.
−¿Ycuándo se te antoja arreglarlo?
Jackman se puso el sombrero y levantó la vista al cielo; ni una nube, sólo una ronda de cuervos hería el azul del cielo, luego giró su cuello hacia la barbería donde Sara estaba como una estatua y al ser observada dio un pequeño salto y entró apresurada a la barbería –de su marido−.
−¿Conoces a Saltman, Brian?
−Sí, lo conozco.
−¿Y no sabes quién ha robado mi caballo?
−Cada quién cuida sus cosas, Jackman.
−¿Y si uno lo deja afuera del bar y al salir ya no está?
−Los caballos se aburren, quién sabe, tal vez anda por allí.
−¿Me estás tomando el pelo?
−Si es lo que te parece.
−¿Cuándo vas a ser un hombrecito, Brian?
Otro jinete pasó raudo por la calle y tras él otra nube con otro polvo envolvió a los hombres e instintivamente Brian abanicó el sombrero frente a su cara mientras Jackman se quitó el pañuelo del cuello y se tapó la boca y la nariz. Cuando esta otra polvareda volvió a la tierra, Jackman quiso toser pero se contuvo, miró hacia un lado y Sara ya estaba barriendo –otra vez− el frente de la barbería de su marido, luego, Jackman, estrelló una mirada hosca a Brian.
−¿Y entonces, Jackman?
−¿Entonces qué?
−¿No te acuerdas?
−¿Acordarme de qué, maldición, Brian?
−¿No te acuerdas lo que decías?
−¿Decía sobre qué?
−¿En serio que no te acuerdas, Jackman?
Brian se puso el sombrero y levantó la vista al cielo, seguía sin nubes, sólo la misma ronda de cuervos seguía hiriendo el azul del cielo, luego giró su cuello hacia la barbería donde Sara estaba petrificada y, al ser observada, dio un pequeño brinco y entró apresurada a la barbería –de su marido−.
−Bien, Brian.
−Sí. Sí.
−Ya verás.
−Lo veremos.
−Tal vez.
−Oye, Jackman.
−Escucho.
−No.
−Sí.
−Te…
−Me…
−El Jackman.
−El Brian.
−Te diré algo.
−Que sea bueno.
−Depende de ti.
−No juegues, Brian.
−Ni tú, Jackman.
−Voy a contar hasta dos mil quinientos ochenta y tres.
−Y para qué haces tan larga la cuenta, muchacho Brian.
−Hasta cuánto quieres que cuente, entonces.
Otro jinete pasó lentamente por la calle y el casqueo de su caballo envolvió a los hombres e instintivamente Jackman abanicó el sombrero frente a su cara mientras Brian se quitó el pañuelo del cuello y se tapó la boca y la nariz, el jinete los miró sin saludarlos y pensó que estaban locos. Cuando jinete y caballo les dieron la espalda, los dos quisieron toser pero se contuvieron, miraron hacia un lado y Sara había salido con la intención de barrer –otra vez− el frente de la barbería de su marido, y se quedó sólo haciendo como que barría.
−Oye, Jackman, hace mucho calor. Aquí no hay río
−Y la taberna está cerrada.
−Allí se pierden los caballos.
−Quién sabe, Brian, a veces las bestias se aburren.
−Entonces ¿no sabes quién robo tu caballo?
−No, Brian.
−¿Conoces a Saltman, Jackman?
Brian guardó silencio y Jackman lo imitó. Sara desde el otro lado de la calle, llamó su atención. La voltearon a ver. Sara con el dedo índice hizo giros sobre su sien derecha y entró corriendo a la barbería −de su marido−.
un diálogo aparentemente rudo, pero en el fondo un buen ton ni son , con mucho juego escénico y atmósfera bien definida a pesar del polvo jajaja
ResponderEliminarfelicitaciones
un abrazo
A mí me pasa eso con el calor, no sólo me pongo nerviosa, yo es que me pongo de un borde subido, así que en casa pasamos de la calefacción al aire acondicionado en pocos días.
ResponderEliminarBesos
Pues tosen ellos tragàndose el polvo como se espera de "hombres machos" , eso si, sin dejar de ver su entorno que incluye la compulsiva manìa de barrer de la esposa del barbero - que siempre huye rauda hacia el negocio de "su marido", cuando las miradas son insistentes- pero claro està, sin dejar de percibir que hay dos locos sueltos... ademàn que lo confirma...Aunque p´a mi...es solo una vieja chismosa...
ResponderEliminarsaludos cordiales
Creo que Jackman es el marido de Sara, y desconfía de Brian porque piensa que se la ha pegado con su mujer, y está a ver si le pilla en un desliz para confirmar su sospecha y como la inteligencia les brilla por su ausencia, ahí están con un diálogo de besugos, aunque quizá Brian se hace el tonto, vete tú a saber!
ResponderEliminarEs posible, también, que con tanto polvo, se me hayan cegado los ojos y nublado la cabeza, jajajaja, y que de todo lo que comento, no sea ná de ná, jajajaja.
Un besito.
Vaya, vaya,parece que el rudo Jackman está muy interesado en hacer hombrecito a Brian; y Sara quiere saber de qué se trata.
ResponderEliminarhttp://enfugayremolino.blogspot.com/
Vaya diálogo de dos hombres atontaditos por el calor y ahogados por el polvo!
ResponderEliminarUn paisaje seco, rudo y asfixiante el que nos muestras en este relato. Y tu mensaje: el calor, nos entumece la mente?
Buenísimo el personaje de Sara, la mujer del barbero, que no quiere perder detalle pero huye si la miran. Se esconde como una portera, al escuchar a sus vecinos?
Gracias por mostrarme este otro espacio para tus relatos. Ya sabes lo que me apasionan las historias cortas.
Un abrazo.
Qué agradable es siempre espiar los resultados de los experimentos y divertimentos de los grandes autores.
ResponderEliminarMás agradable es ver que pone en práctica con éxito lo que usted, don Julio, propone.
Una vez más me quedo disfrutando de su generosa escritura. Un abrazo.
Me encanta como juegas con las palabras... como puedes sacarle jugo a una conversación de besugos...
ResponderEliminarEl movimiento de la escena, los cambios de rol de los protagonistas y finalmente...el conjunto del relato cobra vida!
Que arte tienes!, no me canso de decirlo... has tenido a los pobres vaqueros sufriendo calor y comiendo polvo mientras experimentaban algo que mas que un diálogo parece una excéntrica cháchara...
No sabes cuanto aprendo...!! gracias mil.
Besos.
con el calor, ya se sabe, :)
ResponderEliminarMenudito diálogo!, no he parado de sonreir cada vez más... Y,¿ sabe Sr Julman?, mañana creo que volveré a leerlo, a no ser que ya tenga otro publicado y entonces..el tiempo manda.
ResponderEliminarEntrar a este espacio es entrar a otra dimensión y lo mejor ¡siempre diferente!
Un abrazo
Estos dos vaqueros acaban a puñetazo limpio en el río y agotados en la orilla, jadeantes por el esfurezo sin sentido y tan contentos, se ayudan mutuamente a levantarse y se van juntos a tomarse una cerveza a la taberna,que ya la han abierto.
ResponderEliminarMe gustan tus relatos, te he dejado otro comentarío en "A ninguna parte".
He llegado hasta tus blogs a través del autocare de PiliMªPilar
Lindo relato, me gusto,las imagenes que dejas a la imaginacion, que gusto poder visitarte y agradecerte por escribir en mi blog
ResponderEliminarEspero seguir compartiendo....
Me parece interesante el juego de personajes, lo veo histriónico. Me recordó a una escena de "a puerta cerrada" dos personajes dicutiendo sobre algo que sólo ellos comprenden y un escucha en este caso Sara. Que aparentemente no participa pero sí, podríamos ser ella: nosotros. Me encantó el manejo del diálogo y la visualización de la escena, besos
ResponderEliminarLe has arrancado una escena a un "western" y la has convertido en literatura para los cinco sentidos. Yo a eso le llamo magia.
ResponderEliminarUn abrazo
Un buen relato mi querido Julio, yo me agobio mucho entre la calor y el polvo ni te cuento. Gracias por invitarme a este otro espacio tuyo, me quedo con tu permiso.
ResponderEliminarYo tengo otro blog de hadas (pero no creo que te interese mucho).
Pero por si acaso te dejo el link, siempre serás bienvenido a mis mundos.
http://rosanapaishadas.blogspot.com
Te mando un fuerte abrazo con todo mi cariño.
Hola Julio! el experimento ha sido muy positivo, por lo menos tomé nota de los diálogos creados para aprender algo, yo también necesito experimentar un poco sobre este tema.
ResponderEliminarTe mando un abrazo enorme amigo.
Pues... me sentí en medio de la escena, en pleno oeste americano... y me dió calor y sed y me puse a toser de tanto polvo...
ResponderEliminarConseguiste que me metiera en el papel de espectadora entre dos chorlitos.
Chapeau!
MUY bueno !!!! Una "típica escena" del lejano oeste donde por momentos se nos nubla la visión a causa de la polvareda.
ResponderEliminarVino a mi mente -ocurrencias, nomás-(en mi caso ¿el frío me provocará lo que a ellos el calor?) que bien podría cambiarse la escenografía y la época -algún pueblito olvidado en medio del campo argentino en un día de verano cualquiera- y mutar los vaqueros y Sara por dos paisanos y "la Sarita" -jejejeje- y seguiría siendo una "típica escena" que nos cause la misma sensación que el relato original.
Tus relatos son "mágicos"; en lugar de la varita sacás la pluma y "¡hablapalabra!" ... aparecen historias de la galera de un excelente ESCRITOR. Bravooooooooo
Escribo como anónimo porque algo sucede que no me deja comentar con mi cuenta.
ResponderEliminarEsto es sentirse en medio de una polvoreda en el lejano oeste americano. Muy bueno, amigo.
Un abrazo.
Soy Jorge Rodolfo Altmann
http://jorgerodolfoaltmann.blogspot.com/
Bueno...me parecía estar ante una escena del oeste en la que dos no muy aquí,sino más bien allá,dialogan de una manera enfebrecida-supongo que por el calor y la visión de Sara-que no les lleva más lejos de lo más inmediato...
ResponderEliminarY es que no dan para más,jajaja
Me ha parecido divertido leer esto y esa tonadilla de Sara metiéndose en la barbería de su marido,me parece genial.
Besos!
Disfrutable, aunque quizá me quede corto en el comentario, un abrazo desde el sur.
ResponderEliminarJuraba que se batirian a duelo, en fin, para otra vez sera, buen experimento, me gusto, un abrazo,
ResponderEliminarelisa...lichazul: Tú lo has dicho, poeta amiga, una cháchara sin ton ni son. Gracias por cruzar la cordillera y acompañarme. Un abrazo.
ResponderEliminarMaría: El calor, amiga mía, ay de los calores que nublan la vista, los reflejos, el instinto y la mente. Un fuerte abrazo.
ADELFA MARTIN: Pa`mi también que Sara es una entremetida espiando a Brian y Jackman. Presiento que barrer es sólo un pretexto para enterarse y chismosear. ¡Viva México, lindo y querido!
ion-laos: No creo que Jackman sea marido de Sara, aunque quién sabe; estos personajes no me han permitido más que observarlos y escucharlos, pero no llegué a sus pensamientos, "algo hay ahí que desconozco". Gracias, amiga mía, por acompañarme. Gracias.
SoylauraO: Algo hay, querida amiga, que no pude desentrañar en y con estos personajes. Un arremolinado abrazo.
ResponderEliminarMascab: Sé que te gustan las historias cortas y que presumí que te sentirías a gusto en este espacio. Gracias por venir.
Emanuel Carrizo: Mi narrador y poeta favorito. Aquí la experimentación es: Un personaje que habla con preguntas y hace algo específico y luego es el otro quien habla con preguntas y hace lo del otro. Luego un diálogo con sólo preguntas. Experimentación, amigo mío, experimentación para calibrar la palabra escrita, usted lo sabe, y en nuestro laboratorio de los miércoles lo practicamos a veces. Un fuerte abrazo.
Galatea: Te lo digo, poeta amiga, ellos se pusieron allí, en la calle, vulnerables al polvo y al calor, y a la chispeante mirada y escucha de Sara. Al final, ni yo sé quién diablos se robó el caballo de Jackman. Gracias, Galatea, todos aprendemos de todos. Un fuerte abrazo.
Pilar: Enorme gusto, poeta, de recibirte en esta tu casa. Un abrazo.
ResponderEliminarOteaba Auer: Amiga mía, Hablapalabra es una experimentación total; cada relato tiene una camisita de fuerza que ha de resolver el autor sin trampas para el lector. Celebro que lo disfrutes. Un inmenso abrazo.
josejosesita: Gracias, poeta, gracias por tu generosidad, e ir a leer A Ninguna Parte. Celebro que seas amiga de esta fina poeta PiliMaPilar, una exquisita poeta, siempre lo digo. Un abrazo.
Janeth: Seguiremos compartiendo, amiga mía, para eso estamos, para eso ejercitamos la palabra escrita, para unir mundos, voluntades y corazón.
Un abrazo.
Mixha Zizek: Tu generosidad no tiene límites. Gacias por venir, y ¿sabes? En algún momento yo me sentí esa Sara que los espía. En fin. Fuertes abrazos.
Mercedes: De niño, amiga mía, me divertían los westerns italianos, reía mucho escuchando a los piel roja hablando como catalanes. Un abrazo fuerte y agradecido por tu visita.
ResponderEliminarRosana Martí: Ya he visitado tu espacio, querida Rosana, buscando mi Hada. Mil gracias por venir y pasear tu intelecto en estas experimentaciones.
Guille: Mi escritor amigo, es enorme la satisfacción que le quites tiempo al tiempo y me honres con tu paso, lectura y palabras. Invito a todos a disfrutar UN LUGAR EN EL MUNDO, inapreciable espacio. Gracias, Gulle, abrazos.
aRbia: También yo, querida amiga, tragué polvo y sudé como los protagonistas. Gracias mil por venir. Un abrazo.
Diana Profilio: Enteramente de acuerdo contigo, los protagonistas bien pudieran estar en cualquier provincia argentina, en fin, gajes del oficio. Gracias por tu generosidad, escritora amiga, por los conceptos vertidos, que no hablan más que de tu estatura literaria. Gracias.
Jorge Rodolfo Altmann: Gracias amigo mío. Dejo aquí tu dirección para que otros amigos y amigas te visiten: http://jorgerodolfoaltmann.blogspot.com/
Uka: Celebro que disfrutaras este relato. No sabes lo inapreciable, para este escribiente, que resulta tu visita y comentario. Abrazos.
nletrasarte: Recibo tu abrazo, amigo mío, tu generosidad y compañía. Gracias ¡poeta!
ResponderEliminarCarmen Troncoso: También yo apostaba a que se batirían, pero se quedaron en una atonada cháchara, como bien han dicho, sin ton ni son. Gracias, poeta amiga, por pasar por aquí. Un abrazo.
Una cosa buena de tus cuentos es que hacen sonreír y éste es uno de ellos, Julio.
ResponderEliminarLa conversación...parece un poco absurda, pero lo cierto es que todos están midiendo a todos con sus preguntas y conductas. Al menos eso creo.
Me encantó
Se visualiza muy bien la escena. Se podría rodar en un corto de cine.
Muchos besos
Ana