Su mujer se lo decía:
−¡Un día vas amanecer tieso y despertarás en el infierno!
Él volteaba la cara y echaba el humo hacia otro lado, luego volvía a verla y en voz baja, muy baja, le contestaba:
−En él he vivido siempre.
Aplastaba su cigarrillo y encendía otro. Ella se retiraba fingiendo dolor, o quizá lo sentía, cómo saberlo si nunca me hablaba más que para molestarme. Él sí.
Cuando quedábamos solos, yo me estiraba y me acercaba, entonces él sobaba mi cabeza y esos eran mis, o nuestros, únicos momentos placenteros en la casa, porque cuando él no estaba −se iba por varios días− yo la pasaba mal con su mujer: “Apártate, vete al patio, quítate de allí, no te subas al sillón”.
Para ella, yo era algo así como un maldito, como una sarna o un salpullido, o como esos granos en la cara; era el hediondo soplido que sale de una cloaca. ¡Ah! Es que no se los he dicho. De él aprendí mucho; decía cosas raras, pero bonitas.
“Ella es buena, no creás que es mala. Acaso las estrellas con sus chispitas azuladas son feas sólo porque no nos hablan…”. O sino decía: “Cuando era muchacha encendía al pueblo sólo con la mirada y dejaba que su pelo lo agitara el viento y sonaban las campanas tan bajito como el silencio… Las campanas sonaban con ese ruidito de adentro que tienen las cataratas cuando se lanzan al vuelo”.
−¡Toda la casa apesta!
Yo volvía a mi lugar. No le gustaba vernos juntos.
−¿Por qué no sales al patio a fumar con ese bicho?
− Porque esta es mi casa, y la de él, y hago lo que me da la gana.
Volvía a aplastar su cigarro y a encender otro. Ella de pie. Yo en mi lugar, un colchón sucio en un rincón de la sala. Un día ella acercó una silla y se sentó frente a él −lo que hacía por no toser, la pobre−. Yo me volteaba hacia la pared para no ver el espectáculo, sabía que ella gritaría y él quedaría otra vez con la cabeza gacha y humillado.
−Mira, debemos entregarlo a alguna institución que lo cuide. A mí, ya me cuesta hacerlo.
Hablaban de mí, a veces me maldecía yo mismo, porque si no existiera quizás ellos tendrían otra vida; pero él me quería, siempre se lo dijo.
−Es mi hijo, y va a estar con su padre.
Esa vez ¡puff! Sentí que algo malo iba a pasar. Porque la mujer se levantó iracunda, su cara se transformó y vi que le costó abrir la boca.
−Entonces me iré yo.
No lo hizo, por supuesto, y esa es la parte que no entiendo, porque ahora sí se ha ido, no escucho sus pasos por ninguna parte. Tal vez se fue para que yo también muriera. Con mucho esfuerzo he podido acercarme a la cama de ellos, y allí está papá; en una orilla veo su cara, los ojos entrecerrados, la boca abierta y un pie colgado fuera de la cama. No puedo hacer mucho por él, no tengo piernas, muñones son mis brazos y no puedo hablar.
Bravo por el contador de la historia del mejor hijo del hombre, su amigo incondicional.
ResponderEliminarhttp://enfugayremolino.blogspot.com/
Esto sigue sin arreglarse: Soy PiliMPilar, de 'AUTOCARE' y Ro-manoslibres...
ResponderEliminarLa historia presenta un lado algo, bastante, oscuro. Eso me parece a mí.
Pero está muy precisa contada.
La duda se me plantea en si 'el amigo' es tan incondicional...
26 de mayo de 2011 11:10
Verificación de palabras
El amigo, la mujer...como dice el dicho: Entre todos lo mataron y él sólo se murió.
ResponderEliminarUn besito.
¡Bravísimo!
ResponderEliminarPero qué tremenda situación, claro.
Muchos besos.
Tenía que haberse ido antes para estar de mala gana, mejor no estar, a nadie le gusta que le compadezcan, de esa forma ninguno es féliz y seguir con esa agonía que no lleva a ningún sitio, es mejor así.
ResponderEliminarPara él es una gran liberación.
Me ha encantado, Julio.
Besos
Me gusta mucho el acento lírico en este párrafo:
ResponderEliminar"Cuando era muchacha encendía al pueblo sólo con la mirada y dejaba que su pelo lo agitara el viento y sonaban las campanas tan bajito como el silencio… Las campanas sonaban con ese ruidito de adentro que tienen las cataratas cuando se lanzan al vuelo”.
Que tristeza!... una situación demasiado dolorosa..
ResponderEliminarGenial relato.
Un abrazo.
Julio, tens o dom da palavra, contas histórias que se sentem.
ResponderEliminarUm forte abraço.
oa.s
cuantos puntos de vista, coloco acá uno, ya todos dirán lo valioso que tienes sus letras. Ahora traigo a la mesa "las 10 funciones de análisis de obras literarias “El autor, la Obra y los personajes bajo libertad condicional” y sin más ni más todo por naturaleza aparece sola:
ResponderEliminarArquitectura de los personajes
Concepto cultural generacional
Tratado de ciencia y arte
Flujo informativo de las locaciones.
y otros..
podría seguir, pero usted lo sabe y más perfecto que este servidor. Me satisface como todo toma forma, es como ver nacer algo en mis narices.
Hasta pronto Sr. Esgrimista!
Interesante tu historia Julio, el final muy bueno. De repente el personaje es reconocido en el plano y forma parte del todo, me gusta mucho, besos
ResponderEliminarQuerido amigo Julio….te visito con agrado...te deseo buena salud
ResponderEliminarFeliz semana
Besos
Marina
Me he quedado atravesada, Julio, atravesada....qué tristeza ahí, guardadita en el final..
ResponderEliminarMe encanta leerte..
¡¡¡AL FIN PUEDO COMENTAR EN MI BLOG!!!
ResponderEliminarsoylauraO: Gracias, Laura, se trata de un chico que carece de piernas y brazos; de un hombre que tiene una mujer que no quiere al chico deforme y del abandono que hacen de él. Un abrazo.
PiliMPilar: Creo que la torpeza autoral no deja claro la fábula ni lo narrado. Pero como HABLAPALABRA es una experimentación de la palabra y sus abstractos, ha valido la pena correr el riesgo. Gracias mil por tu comentario.
ion-laos: Gracias, amiga mía, por pasar y dejarme tu opinión. Muy valiosa la cercanía de todos ustedes.
Espérame en Siberia: Tremenda situación, poeta, tremenda. Un abrazo.
Jessenia: Ya sabes, la naturaleza de los personajes es tan extraña, como autor me hubiera gustado aconsejarles, pero... En fin, nunca me escuchan aunque trate de hablarles, estamos, en dimensiones distintas sólo que yo sí los miro y escucho. Un abrazo.
26 de mayo de 2011 14:07
Wílliam Venegas: Gracias, mi buen amigo, te confieso que antes, este señor, pese a la tragedia de tener un hijo deforme, se ilusionó tanto con aquella muchacha, pero ella no soportó al vástago. Un abrazo, apreciado crítico de arte.
Galatea: Este autor, querida poeta, no puede hacer absolutamente nada por aliviar a los personajes que se dejan "mirar" por mi mente, y sí, también les compadezco. Un gran abrazo.
OceanoAzul.Sonhos: Gracias poeta. Todos tenemos el don de la Palabra, sólo que algunos somos caraduras y la ejercitamos -literariamente hablando-. Te dejo mi cariño y un abrazo.
¡¡¡AL FIN PUEDO COMENTAR EN MI BLOG!!!
ResponderEliminarAmbrosía ignota: Pocos estudiosos -usted es uno de ellos- se ha tomado el tiempo para hurgar entre mis postulados, lo cual agradezco, y sigo sosteniendo la obligatoriedad del autor a tratar a sus personajes no con una libertad condicional sino con una entera libertad. Y está en lo cierto, amigo mío, el relato fue naciendo justamente frente a nuestras narices. ¡Nunca deje su Ambrosía ignota, nunca!
Mixha Zizek: Tu lectura es envidiable, tu comentario invaluable. Gracias mil.
Marina-Emer: Agradezco tu visita e igualmente te deseo lo mejor del mundo, poeta. Un abrazo.
Lía: Mucha tristeza, querida Lía, pero ¿qué puede hacer un autor? ¡Nada! Esto es como en los sueños, no puedes -quien sueña- hacer absolutamente nada porque algo ocurra o deje de suceder. Insisto en sólo organizar escrituralmente lo que la mente mira. Un beso.
ResponderEliminarMe encantó el relato tanto por la temática como por su forma perfecta de escribirlo, sabes hacerlo, de eso no hay ninguna duda.
ResponderEliminarTriste pero emotivo....el amor de un padre frente a una mujer que seguro no se merece nada por los maltratos que ocasionaba.
Un final de lujo.
Un abrazo
Julio cariño ...si que apareces en mi blog yo te veo y está tu foto por cierto muy guapo que estas ya mirare si faltas en alguno que unos dias NOS borró internet a muchos blogs todos los comentarios ...yo pude recoger unos catorce solo pero sin el logo y seguro que entre ellos estarias tu ...te quiero amigo .feliz domingo
ResponderEliminarun abrazo
Marina
Buenísimo, pero tristísimo...
ResponderEliminarClaro, que leí tu perfil y aún tengo la boca abierta.
Gracias por tu visita
Un abrazo
Julio, me llenó de angustia tu prosa. Llegó muy profundo. Tengo dudas sobre el narrador, hay algo intrínseco que habría que descubrir.
ResponderEliminarEn cuanto al relato, perfecta tu narración. Clara, ligera y con el condimento justo de suspenso gramático.
Un placer venir aquí a devolver tu lectura, nos estaremos cruzando más seguido.
Un abrazo
Natu.-
Princesa115: Gracias, querida poeta, por la visita y tu sensibilidad con este hombre que, ya ves, no tuvo una vida placentera. Un abrazo.
ResponderEliminarMarina-Emer: Sí, poeta, al fin apareció mi comentario en tu espacio. La ingeniería de google habrá de estar haciendo ajustes. Gracias mil por venir.
amig@mi@: Qué enorme gusto que me acompañes, y sobre el relato, qué decirte, es lo que ocurrió ¿para qué adornar la fábula o inventar virtudes en los personajes? Es lo que hay. Abrazos.
Natalia Ruth Espinosa: Gracias, Natalia, por tus conceptos y búsqueda autoral. El narrador es ese niño o muchacho deforme que, como cuenta, era maltratado por la mujer de su papá. Honestamente me dolió este personaje. Un gran abrazo.
Querido amigo Julio:en tu comentario ultimo me dejabas ver que estabas contento el haber podido leer mi poesia pero que tus comentarios no salen .
ResponderEliminarYo como te tengo un gran afecto y gran admiración como escritor me puse a mirar y vi que si que entran tus comentarios de lo que estoy orgullosa que aparezcas en mi blog ...fijate Julio que entras dos veces en cada obra mia y es un honor para mi...de todas maneras hubo unos dias que fue general para todos y casi todos los que habian se me borraron y pude rescatar bastantes lo que no se si alguno sería tuyo..gracias y en plan de broma te dije que estas en la foto muy guapo...es verdad pero ...soy una señora muy formal y me dio por bromear un poco (perdón)
un abrazo
Marina
Tremenda historia, con un final tristísimo. Describes con realismo tanto la belleza de la mujer en su juventud, como la crueldad de sus sentimientos, tan real, como la misma vida en algunas ocasiones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Todos guardamos en nuestro cajón interior, a hurtadillas, bastante dosis de crueldad 'por si hiciera falta' usar de ella, siquiera como autodefensa, no precisamente por malquerer.
ResponderEliminarEsta crueldad va estrechamente ligada al ego profundo que en realidad somos. ¡Sin remedio, amigo-seguidor-poeta-lector Julio.
Abrazos
Sin duda, escribes tan bien poesía como prosa.
ResponderEliminarHe intentado entender la situación (jajaja... supongo que ésto te pasará a ti, cuando tratas de entender mis textos jaja).
En un principio entendí como que el perro del hombre, que era su compañero, viviera en su casa pero en contra de la opinión de la esposa de su dueño. Más adelante pensé que se trataba de algún hijo, solo del hombre, con cierta deficiencia mental o física. También consideré que se trataba del padre envejecido del marido de ella, la que tanto disgusto y rechazo sentía.
Pero al final, no era nadie real o sí? creí que atendía a un espíritu del pasado...
explícame por favor... hoy es domingo y tal vez, estoy algo más torpe de lo habitual jaja.
un abrazo
y gracias por tu visita y comentario.
Marina-Emer: Mi querida poeta, para mí es un honor visitarles y permearme de sus emociones y bien escribir; en torno a lo de "guapo" sé que deviene de una mutua admiración y jamás osaría en dar otro significado a la simpatía que podamos compartir; sobre todo viniendo el halago de una dama cuya palabra embellece la vida. Un abrazo.
ResponderEliminarMª Teresa Sánchez Martín: He roto -y me gusta hacerlo- ese esquema aristotélico en que el malo es malo y el bueno siempre es bueno. Entiendo que en la literatura el Personaje tienda a acciones buenas y malas y que el antipersonaje también, no tienen que ser acartonados ¡ni siquiera ser construidos desde la óptica del autor! Un abrazo.
PiliMªPILAR: Has dado en el justo epicentro del relato ¡la crueldad! Acentuarla o ignorarla me hubiera parecido un ego autoral. Gracias amiga-seguidora-poeta-lectora y tenaz.
Abrazos
Esilleviana: Todas tus consideraciones son válidas en la medida en que vamos adentrándonos en el relato, y, ciertamente, se trata de un hijo del hombre que muere, con deficiencias físicas (sin piernas ni brazos y sin poder hablar). He escrito lo que mi mente vio, sin quitar ni poner nada, infortunadamente, no siempre la visión es muy clara para transcribir y las más de las veces el autor tiene todavía mucho, mucho que aprender. Sigo esforzándome, querida en aprender a escribir.
Un abrazo fraterno.
Como siempre, excelente estocada final, don Julio.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Emanuel Carrizo: Celebro que disfrute la lectura de estos relatos, don Emanuel. Lo celebro grandemente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Uffff... no estoy acostumbrada a estas historias, de hecho hace años que leo poco, que no me centro, que me pierdo en vivir, en vivir.
ResponderEliminarMe surgen tantas dudas, tantas lecturas para comprenderte, para saber el por qué. Yo soy de consolar y no entiendo escribir sin sentir presentes... quizás me equivoco... estoy tan perdida que no sé si sé interpretar.
Solo espero que estés bien porque bien haces a los demás y no soportaría saberte apesadumbrado.
Me gusta leerte, me llega muy dentro y me hace reflexionar.
Chapeau!
aRbia: Lo importante es que estás aquí, en Hablapalabra, un espacio para dar rienda suelta a la palabra narrativa. Comprender o no, interpretar o no, me sirve -por supuesto-, pero con tu visita se compensa cualquier comentario. Estoy bien. Teniéndoles a ustedes ¡cómo estar mal! Un abrazo.
ResponderEliminarImpresionante y triste, Julio.
ResponderEliminarMuy bien plasmados los sentimientos de los personajes.
Aplausos
Un abrazo
Ana